Una de las características
básicas de las sociedades humanas es el cambio permanente, la evolución, unas
veces hacia adelante, otras hacia atrás, nunca ha estado estable, aunque así lo
pareciese, pues debajo de la punta del iceberg hay movimiento. Las utopías y
las realidades han ido de la mano, la mayoría de los individuos han creído
siempre en un mundo mejor, dedicando parte de su vida en construirlo; sin
embargo, la distancia de ese mundo ideal con las realidades sociales ha sido,
desgraciadamente, muchas de las veces demasiada amplia.
Los sueños, sueños son, pero las
utopías no son sueños, son ideales que pueden ser posibles. Pues bien en los
últimos 50 años las sociedades occidentales han contado con varias revoluciones
para construir sus mundos ideales. En el lado izquierdo nos encontramos
fundamentalmente con: Mayo del 68, el movimiento antiglobalización y los
movimientos de ocupación de las calles (15-M, OWS). En el lado derecho están
las revoluciones conservadoras de: Reagan, Thatcher, Bush (I, II) y Trump. Los
primeros, pensando en la comunidad, en los ciudadanos, en la sociedad; los
segundos, en el individuo y sus intereses personales o de las élites económicas.
Estas revoluciones han sido
analizadas de una manera rigurosa y profunda por Joaquín Estefanía, en su
libro: Revoluciones. Cincuenta años de
rebeldía (1968-2018), publicado hace unos meses. Describe la evolución de
Occidente desde la 2ª Guerra Mundial, con el pacto social para construir el
Estado del Bienestar, pasando por las diversas revoluciones sociales y económicas,
hasta llegar a la época actual donde, según unos hace falta un gran cambio
social donde se ponga el acento en lo social, y según otros no hay otra
alternativa que la individuación (Thatcher: “No hay alternativa. La sociedad no
existe, solo existen los individuos. Solo son pobres los que quieren serlo”).
Unos, piden más Estado del Bienestar, otros, mayores recortes sociales y más
libertad económica.
En ese péndulo histórico y
revolucionario nos encontramos constantemente, cuando parece que la balanza se
inclina para uno de los lados, hay algo que la hace balancearse para el otro. Estefanía
finaliza su texto concluyendo que: “Actualmente asistimos a una Revolución
conservadora y populismos de extrema derecha, que amenazan con llevarse por
delante muchas de las conquistas civilizatorias de este tiempo”. (p. 317)… “Hay
que volver a reivindicar el valor del contrato social democrático (los derechos
que proporcionan las libertades y el Estado del Bienestar), adaptado a unas
sociedades que son menos homogéneas y mucho más complejas que las de los años
sesenta del siglo pasado”. (p. 323)
Aun estando de acuerdo con él, en
estos momentos soy muy pesimista sobre el futuro de la sociedad occidental y
del planeta, tengo la sensación de que los tiempos que vienen van a estar
dominados por fuerzas muy extremistas que solo piensan en tener más y más
poder, para acumular más riquezas y decidir entre unos pocos la vida de la gran
mayoría de la población. Nos dejan soñar, pero la realidad es la que es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario