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sábado, 30 de noviembre de 2013

Teoría sociológica pionera: finales del XIX, principios del XX.


John Scott (ed.), 50 sociólogos esenciales. Los teóricos formativos, Cátedra, 2013, 273 págs.
50 sociólogos esenciales

Cuando uno se adentra en la lectura de este texto sobre los inicios de la sociología lo primero que llama la atención es la diversidad de la formación de estos pioneros -la mayoría de ellos procedentes de la burguesía ilustrada o de una clase acomodada-, llegaron a la sociología a través de otras disciplinas, estudiaron filosofía, leyes, economía, literatura, filosofía, antropología, música, historia, antropología, medicina, neurología, psicología, políticas, ciencias de la administración, ingenierías, matemáticas, etnología, trabajo social, periodismo, pedagogía, empresas, etc. Es decir, vemos cómo el momento histórico que se vivió en el siglo XIX hizo que lo social motivara el interés de tan variados intelectuales, aproximándose a la sociología muchas de las veces por sus experiencias personales. Las consecuencias del capitalismo, de la industrialización y sus repercusiones sociales fueron analizadas desde diferentes puntos de vista, pero eso mismo fue lo que supuso ver como necesario una nueva ciencia social que abordara específicamente la sociedad.
Intelectuales que plantearon una revolución, un replanteamiento social y político de la sociedad, y que llegaron a implicarse en muchos cambios que afectaron a las sociedades de su tiempo, influyendo en leyes sociales, en reformas sociales, en la atención a colectivos más oprimidos (mujeres, personas sin recursos, personas de color), en la construcción del estado de bienestar, en la emancipación de la mujer y de los pueblos oprimidos, llegando algunos de ellos también a alcanzar su reconocimiento internacional como premios nobel de la paz o de economía. Si su formación era variadísima, sus ocupaciones profesionales también lo fueron, pues trabajaron como músicos, críticos de arte, periodistas, políticos, profesores, abogados, empresarios.
(Este texto es parte de una reseña realizada por la profesora sevillana Marta Aguilar Gil  y que va a ser publicada en el próximo número de la revista Praxis Sociológica, que saldrá en Enero de 2014; atención es un monográfico de Salud y Sociedad)

lunes, 18 de noviembre de 2013

Los movimientos sociales del siglo XXI: Manuel Castells

Manuel Castells (2012), Redes de indignación y esperanza, Alianza Editorial, Madrid, 294 páginas.

El profesor Castells aborda las movilizaciones que se llevaron en Túnez, Islandia, Egipto, España, Estados Unidos y en varios países árabes (Yemen, Libia, Arabia Saudí, Marruecos, Argelia, Qatar). Si en Túnez fue principalmente el empobrecimiento de la población lo que hizo salir a la población a pedir libertad y dignidad en respuesta a la humillación que sufría el pueblo, en Islandia fue el derrumbe del sistema financiero, en Egipto la pobreza y un estado policial corrupto, en España la desafección política hacia unos partidos políticos que estaban más cerca de solucionar los problemas económicos del sistema financiero que de los problemas de los ciudadanos, o en Estados Unidos por los escándalos financieros que empobrecieron a millones de personas; si bien las causas eran diferentes, las formas de actuar fueron similares, la población en su mayoría jóvenes se pusieron en contacto a través de Internet, teléfonos móviles, redes sociales (Facebook, twitter) y salieron a las calles airosos, sin miedo, con mucha esperanza en alcanzar libertad y justicia social, interaccionando la dinámica entre el ciberespacio y el espacio urbano. Es decir, lo que une a todos estos movimientos es la indignación ante la situación de su país y la esperanza de poder cambiar, para lo que ha sido fundamental la utilización de las TIC. Internet y la telefonía móvil no es sólo una herramienta, sino son formas de organización, expresiones culturales y plataformas específicas de autonomía política.
Finaliza con un capítulo sobre los movimientos sociales en red, resaltando unas características comunes entre ellos: están conectados en red de numerosas formas; el espacio de autonomía es la nueva forma espacial de los movimientos sociales en red; los movimientos son locales y globales a la vez; el tiempo es atemporal; son espontáneos en su origen, desencadenados por lo general por una chispa de indignación; los movimientos son virales en su difusión; la transición de la indignación a la esperanza se consigue mediante la liberación en el espacio de la autonomía; suelen ser movimientos sin líderes; la horizontalidad de las redes favorece la colaboración y la solidaridad, socavando la necesidad de un liderazgo formal; son altamente autorreflexivos; raramente son movimientos programáticos; su objetivo es cambiar los valores de la sociedad; y son muy políticos en el sentido de la democracia deliberativa.
 
Si queréis más información sobre estas cuestiones la Revista Praxis Sociológica en su número 16, monográfico sobre participación ciudadana, tiene varios artículos donde también se analizan algunos de estos movimientos. Podéis acceder a ellos en la siguiente página: www.praxissociolgica.es

viernes, 15 de noviembre de 2013

La relación médico enfermo: Parsons, Foucault, poder y nuevas tecnologías.

Hace ya casi un siglo que Talcott Parsons analizó desde la perspectiva sociológica funcionalista la relación entre los médicos y los pacientes. Partía de que a los enfermos se les podía denominar desviados, pues su enfermedad les impedía realizar sus funciones necesarias para el funcionamiento de la sociedad, el papel del médico era el de restablecer cuanto antes la salud de esos individuos para que se reincorporaran lo antes posible a cumplir con las funciones que la sociedad le había encomendado. Es decir, la institucionalización de la medicina suponía por una parte un control social de los ciudadanos y por otra otorgarle a los médicos un poder sobre los enfermos. El poder de esos profesionales no sólo estaba garantizado por diversas instituciones (políticas, médicas,   ), sino también por su autoridad –autoritas-, basada en sus conocimientos y aptitudes; ello le hacía situarse por encima de la mayoría de los mortales ejerciendo un liderazgo en muchas ocasiones carismático. En el desarrollo de la medicina a lo largo de todo el siglo XX estas relaciones entre médicos y pacientes han variado hacia un mayor control social por parte de la institución médica, Foucault sostiene que la medicina es un poderoso medio de disciplina y control social.
También es cierto que en los últimos años los profesionales médicos han perdido parte de su autoridad y liderazgo, si bien continúan ejerciendo el control social, siguen decidiendo cuando uno está sano o enfermo.
La incorporación de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en la medicina ha supuesto dotarles de nuevas herramientas para hacer diagnósticos más acertados mejorando así la salud de los pacientes, pero también ha servido para seguir imponiendo su autoridad, liderazgo y control social. Sin embargo, aquí quiero resaltar cómo la incorporación del ordenador en las consultas médicas ha derivado en una nueva barrera entre los dos actores (médico-enfermo). Se da la paradoja de que una de las aportaciones de las nuevas tecnologías es mejorar la información y la comunicación, y lo que se consigue en muchísimos casos es la existencia de una mayor incomunicación, pero eso sí la imagen que se quiere transmitir es de profesionalidad y poder.
Esta reflexión se debe a lo que aconteció hace unos días a mi amigo Jesús Casado en una consulta médica en Sevilla, cuya narración interesantísima podéis leerla en su blog personal: http://jcasador.blogspot.com.es/2013/11/estres-no-sabe.html