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lunes, 29 de enero de 2018

Amistad y cansancio histórico: Leonardo Padura

La última novela de Leonado Padura: La transparencia del tiempo, es de fácil lectura, pero profunda, constantemente te hace reflexionar sobre la vida que nos ha tocado vivir y sufrir, disfrutar y padecer; su principal protagonista, el ex policía Mario Conde, no deja de pensar, ni un solo momento, ni siquiera cuando se pone de fiesta con los amigos o se acuesta con Tamara. Se podrían resaltar muchos aspectos, pero los que más me han llamado la atención son dos: la amistad y el cansancio histórico.
 
El transcurso de la vida nos va haciendo más escépticos e incrédulos ante las grandes cuestiones de la humanidad, de la comunidad o de la sociedad, hay pocas cosas que se salven de la quema cuando uno llega a la cuarta edad –como diría Conde-, pero una de las que más se pueden valorar es la amistad, pero la amistad de ese grupo cercano, de esas pocas personas que comparten contigo tus sentimientos, que no te juzgan, que te aprecian tal como eres, con tus virtudes y tus defectos, con los que has pasado muchísimos avatares. Suelen ser pocos, los estudios dicen que no son más de veinte, que, por supuesto, no son los “followers” de las redes sociales, esos que algunos los cuentan en miles. Soy un poco mayor que Madura y Conde, ya he superado los sesenta hace tres, y siempre he valorado en un altísimo grado el calor de los amigos, desgraciadamente algunos ya desaparecidos, pero han dejado huella en mí. Cuando ha habido épocas en que me han faltado no me he encontrado, cuando los he tenido he vivido con mucha más intensidad.
 
El concepto de cansancio histórico me ha encantado. Cuando uno entra en esa cuarta edad ya está cansado de muchas cosas, sobre todo de las que siempre están volviendo y volviendo, reiterándose constantemente, no avanzando casi nunca, sino diciendo lo mismo, a veces dando un paso adelante y dos atrás. Cuestión esta que es más hiriente en los aspectos de repetición histórica o intento de imponer cosas, que en teoría ya deberían haber sido superadas, aunque solo fuera por el paso del tiempo. Mi amiga Lola a eso le llama “aburrición”, pues eso es lo que pasa con ciertos temas, que estamos ya muy, pero que muy aburridos. Los más mayores estamos aburridos y cansados de tanta historia repetitiva, insulsa y estúpida. En la sociedad española tenemos unos cuantos ejemplos actualmente, a buen entendedor...
 
Fue un placer ver y oír a Leonardo Padura en la presentación de su libro en la Biblioteca regional de Castilla-La Mancha, en Toledo. Si sus novelas no defraudan, él personalmente tampoco. Cada día me atrae más Cuba y sus gentes.

miércoles, 17 de enero de 2018

Alimento para el alma: Nereydas, Tricicle y Compañía Nacional de Danza

Este año comencé las fiestas saturnales con un concierto de Nereydas, luego fui al teatro a ver a Tricicle y acabé con la Compañía Nacional de Danza.
 
El concierto de Nereydas es un regalo que llevo recibiendo dos años ya en el Museo del Greco, en Toledo. Se celebra en el interior del museo, en una pequeña capilla, rodeado de unas esculturas románicas y un cuadro del Greco, es decir el marco es maravilloso y muy acogedor. Nereydas (o parte de este grupo, que se estira o se encoge dependiendo del lugar), dirigido magníficamente por Javier Ulises Illán, nos ha ofrecido este año un concierto veneciano con obras de Vivaldi, trasladándonos por la Europa del Sur y acogiéndonos con su magnífica música de clave, violonchelo barroco y violín. Los que asistimos a este concierto siempre salimos muy satisfechos con el trabajo de estos jóvenes, es un placer ver tan de cerca como acarician los instrumentos y les sacan esas notas que nos envuelven. Es una manera de alimentar el alma en vísperas de la vorágine materialista navideña.
 
Un día antes de cerrar el año nos fuimos a Madrid a disfrutar del espectáculo Hits del excelente grupo Tricicle. Los he visto en muchísimas ocasiones y en diferentes ciudades, pero al enterarme de que tal vez sea la última vez que actúen en público, pues me animé a verles de nuevo en esa selección de sus mejores momentos escénicos. Creo que Madrid se vistió esa noche de gala para acogerlos, estaba preciosa la Gran Vía, me recordó mis tiempos jóvenes cuando paseaba por esos lugares recién salido de Albacete y alucinaba con la grandiosidad de esa calle. Por supuesto que no me defraudaron, nos mantuvieron una hora y media sin parar de reír y de llorar (de risa). Son increíblemente muy buenos mimos, son buenismos, y tengo la impresión de que como personas igual.
 
Las fiestas las hemos terminado en el Teatro de la Maestranza, en Sevilla, viendo a la Compañía Nacional de Danza, y oyendo a la Orquesta Sinfónica de Sevilla, con la obra Don Quijote. Un espectáculo de ballet clásico en tres actos, que iba ganando conforme avanzaba. El primero de los actos fue muy efectista, con una coreografía de toreros con capas rojas y amarillas, que no sé de dónde se han sacado esto para las bodas de Camacho o si esto lo llevaron a cabo solo en Sevilla, y ya que la plaza de toros queda cerca del teatro, pues aprovecharon. Me pareció bochornoso, a la mayoría del público no, aplaudieron a rabiar. La segunda parte del segundo acto fue un sueño de Don Quijote y Dulcinea, para mí lo mejor. Las primeras figuras y los bailarines principales estuvieron fantásticos. La escenografía tampoco fue de mi agrado, ningún atractivo, al contrario. La interpretación de la Orquesta Sinfónica de Sevilla formidable, como siempre.
 
Han pasado los días del alma, ahora toca la materia: un artículo para una revista de impacto, tal como nos “mandan” desde el Ministerio, con el fin de alcanzar la “excelencia” en la universidad española. ¡Manda huevos!

Literatura en Albacete: historia política, relatos de humor y novela negra

En las últimas vacaciones de invierno (las horribles navidades) he ido de nuevo a Albacete a disfrutar de mi familia. Aproveche para ir a la librería Nobel a buscar unos textos de historia política, pero una vez más salí con varios libros más de los pensados, creía que tenía la adicción controlada, pero no puedo es superior a mí. De ellos he leído en este descanso laboral tres: La transición que no fue. Los movimientos revolucionarios y franquistas en la provincia de Albacete, de Sergio García Molina; Relatos de Victorín, de Víctor García Bernabé; y, Gran Hotel Cinema, de Pablo Fernández Graciani. Todos ellos son autores nacidos en Albacete, lo que me enorgullece.
El primero de ellos es una revisión histórica de los movimientos políticos de la transición que actuaron en Albacete. Me ha parecido muy interesante que se recojan hechos políticos y sociales, que sin duda el tiempo los hubiera enterrado en el olvido. Sin embargo, considero que hay que incidir en el alma de aquellos años, no solo describir unos hechos, sino profundizar en lo que supuso en los propios actores y su incidencia en el entorno social y político. No obstante, la aportación a la microhistoria albaceteña es digna de reconocimiento.
Los relatos, también históricos, de Víctor son muy entrañables, con muchas notas de humor, que nos hacen recordar otros tiempos no tan lejanos divirtiéndonos con las anécdotas de los jóvenes, se notan sus registros de monologuista. Es de agradecer que nos saque la sonrisa, la risa y la carcajada.
Por último, la novela negra de Pablo (Pigüi) me ha parecido excelente, para mí ha sido una gran sorpresa, pues le conozco personalmente hace mucho tiempo, pero no sabía de sus quehaceres narrativos. Tenía conocimiento de que había optado por dedicarse a la literatura abriendo una librería (Nobel), pero no que escribía. Soy un gran lector de novela negra y he de decir que el texto de Pigüi es maravilloso, el relato es intrigante desde el inicio, mantiene el suspense hasta el final y te atrapa sin dejar que te levantes del sillón. He vivido unos muy buenos momentos con su lectura y me ha hecho sentir la necesidad de buscar y ver algunas películas. Por cierto, a ver si alguien le compra el guion, o bien mi hijo Sergio puede llevarlo al cómic.
Gracias a los tres por haberme servido sus creaciones para poder pasar agradablemente estas fiestas y así tener la excusa para poder evadirme de ellas. Unas veces volviendo a los tiempos de la transición y recordando a viejos compañeros de lucha, otras rememorando las pandillas del barrio o del colegio, y otras imaginándome en los cines de Albacete con los amigos.