Mi adolescencia/juventud fue muy
alegre, muy divertida; recuerdo de esa etapa la pandilla de amigos y amigas del
barrio, mis primeros amores, el tiempo que le dedicaba al deporte, la música en
las discotecas, la rebeldía ante la normalidad, las risas, la falta de tiempo
para hacer todas las cosas que queríamos…, pero una de las más importantes fue
el paso del colegio privado al instituto público, el camino de la mediocridad y
cutrez a la inteligencia. Dentro de los valores que más importancia han tenido
para mí a lo largo de toda la vida resalta sobremanera la inteligencia, a la
que si le añadimos la bondad es el súmmum, lo más (pues hay gente inteligente
muy malvada, sobre todo en la universidad española). En el instituto encontré
esos dos valores unidos, inteligencia y bondad, en los profesores que me
enseñaron filosofía, historia, arte, lengua, literatura, latín, francés,
biología… sin embargo fue uno de estos profesores el que me fascinó por sus
formas de enseñar una de las asignaturas, que en teoría debía ser un ladrillo,
la materia de griego, era D. Jesús José. Impartía la docencia de una manera
vital, nos transmitía el griego trasladándonos varios siglos atrás, metiéndonos
en aquella sociedad de dioses, héroes, bellezas, juventud, poder…, dramatizaba sus
exposiciones, vibraba durante los tres cuartos de hora de clase, hacía que nos
interesásemos por una lengua muerta, no le entendíamos muchas de las veces
cuando nos hablaba (mejor, recitaba) en griego, pero nos hacía sentir esas
emociones de amor, lucha, poder, nos metía en el mar, en las naves de Agamenón,
de Aquiles, en la ciudad de Troya. Pues bien, esos recuerdos han venido a mí de
nuevo por la lectura de un libro recomendado por un amigo sevillano (Jesús
Casado), Homero, Iliada, del escritor
italiano Alessandro Baricco. Este texto es una adaptación libre que ha hecho
Baricco para que la Iliada fuera comprendida por todo el mundo, para que fuera
leída en público y todo el que quisiera pudiera participar, la verdad es que lo
ha realizado espléndidamente, personalmente ha sido una vuelta a la
adolescencia, al instituto, al placer de la lectura de la cultura clásica.
Pero, también han sido una gran
sorpresa (aunque ya me lo había advertido Jesús) las últimas páginas del texto,
en las que Baricco hace una reflexión sobre la importancia que ha tenido para
las sociedades, para los pueblos, la belleza de las guerras. La historia de la
humanidad es una historia de guerras, ellas han sido el paradigma fundamental
de la existencia humana, y siguen siéndolo, en estos momentos hay cientos de
conflictos bélicos en el mundo. Pues bien, Alessandro Baricco propone un nuevo
paradigma social para la convivencia civil, la construcción de un pacifismo,
pero de un pacifismo que sea bello, que sea capaz de sustituir la belleza de la
guerra, por la belleza de la paz. Dice él que es una empresa utópica, pero
utopía significa algo que se puede alcanzar.
Epílogo: si leéis este libro os
animo a que descubráis la parte femenina de él. No doy pistas, pero no leáis el
final del libro hasta el último momento.