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viernes, 15 de diciembre de 2017

Sevilla: luz, belleza, espiritualidad, aroma y amabilidad. Manuel Chaves Nogales

 
 
 
 
Hace seis años que vivo grandes temporadas en la ciudad de Sevilla, ya la había visitado en varias ocasiones como turista y por motivos profesionales, pero siempre unas pocas horas. Desde el primer día estoy enamorado de esta ciudad, mi primer recuerdo es la claridad, un cielo azul y la belleza de sus gentes y sus calles. En estos seis años he paseado muchas horas por sus calles, he visitado sus monumentos principales, he asistido a multitud de eventos culturales, he compartido con sus gentes los parques, las calles, la Semana Santa, sus iglesias, sus sentimientos de alegría, de tristeza, de espiritualidad. No me canso, al contario estoy deseando volver constantemente para vivir más momentos, para sentir más esas emociones, para trasladarme a otras culturas a otros momentos vividos por sus habitantes.
 
En ello estoy cuando mi amiga Adela (albaceteña como yo, pero residente de Sevilla desde hace muchísimos años), conociendo mis sentimientos por esta capital, me presta un libro escrito por un periodista sevillano a principios del siglo XX: La ciudad, de Manuel Chaves Nogales. Una joya, una obra literaria, que la he leído a pequeños sorbos como un buen whisky, para intentar no perderme nada, saborearlo hasta la última esencia.
 
Este texto habla de los colores, los atardeceres, la cal blanca de sus casas, los cielos azules, la luz, el sol, la tierra, las casas blancas… de sus santas, sus patios, su literatura, sus etnias, sus trabajadores… el cante, las ventas… sus leyendas, sus clérigos, sus caballeros… la burguesía, sus pasiones políticas, religiosas y amorosas… la Sevilla obrera, laboriosa, pobre y miserable.
Es un placer inmenso introducirse en esas páginas que nos llevan a historias pasadas, pero que aún siguen formando parte de esta población. Los sentimientos de los que él habla siguen estando presentes, los que vivimos en estos momentos en esta ciudad, seguimos sintiéndolos y disfrutando de ellos.
Mis amigos me suelen decir que no aparento los años que tengo, que cada día estoy más joven, mi mujer dice que la culpable de eso es ella que me trasfunde sangre nueva de su propia juventud, Manuel Chaves me ha dado otra pista: Sevilla es una ciudad inmortal, inmutable, no se envejece en Sevilla.
Otro aspecto a destacar es que nos puede servir como guía para poder visitar y disfrutar de esta bella ciudad y sus gentes.
 
 

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