(Convivencia entre culturas. Arcos de la Frontera)
(Luces y sombras. Villamartín)
El pasado fin de semana he
realizado un viaje por algunos de los pueblos blancos de Cádiz, no era la
primera vez que iba por esos lares, pero esta vez ha sido muy diferente, tal
vez por compartirlo con amigos de otras culturas. Hemos hecho dos rutas, la
occidental y la norte.
La primera impresión que me
impacto gratamente fue un paisaje amplísimo, un horizonte que no finalizaba
nunca, con unos colores renuentes: verde, marrón, amarillo y azul. Las cosechas
estaban en todo su esplendor, sobre todo los cereales y los girasoles. Conforme
nos acercábamos a los núcleos de población aparecía a los lejos una gran mancha
blanca, con alguna construcción oscura y fundamentalmente en su centro, bien un
castillo, bien una fortaleza, bien una torre laica o religiosa.
Esas imágenes irisadas nos
atraían, hacían que nuestras conversaciones giraran sobre el tipo de cultivos,
los colores vivos de la naturaleza, el paso de diferentes culturas por esos lugares (íberas, romanas,
árabes, castellana, andaluza, o de otros países de más allá del Océano); unas culturas milenarias, que sobre todo eran apreciadísimas por
los colegas norteamericanos que me acompañaban en el viaje.
Al llegar a los pueblos,
paseábamos por esas calles tan cuidadas por sus pobladores, orgullosísimos de sus
casas, calles, plantas, edificios, gastronomía…, en definitiva gentes
presumidas, satisfechas de su cultura. Me encanta como se vanaglorian de sus hijos predilectos,
de los que nacieron allí o pasaron dejando alguna huella.
Sin embargo, no todo fueron
luces, sino también algunas sombras, como la aún existencia de grandes
latifundios, la propiedad de la tierra en pocas manos; las tristes historias de
las gentes que se sublevaron contra esa situación y fueron represaliadas,
apresadas o fusiladas. Los obreros del campo que apenas pueden sobrevivir con
unas cuantas peonadas y encima soportar el que les digan que son unos parásitos.
En algunos de esos pueblos no es visible la pobreza, pero si la escasez de
recursos.
Han sido unos días de convivir
con la belleza de los pueblos y de sus gentes, y sobre todo de compartir con
personas a las que estimo muchísimo.
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