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miércoles, 8 de junio de 2016

Impresiones blancas...y negras: a propósito de un viaje por los pueblos blancos de Cádiz.

 
(Convivencia entre culturas. Arcos de la Frontera)

 
(Luces y sombras. Villamartín)

El pasado fin de semana he realizado un viaje por algunos de los pueblos blancos de Cádiz, no era la primera vez que iba por esos lares, pero esta vez ha sido muy diferente, tal vez por compartirlo con amigos de otras culturas. Hemos hecho dos rutas, la occidental y la norte.
La primera impresión que me impacto gratamente fue un paisaje amplísimo, un horizonte que no finalizaba nunca, con unos colores renuentes: verde, marrón, amarillo y azul. Las cosechas estaban en todo su esplendor, sobre todo los cereales y los girasoles. Conforme nos acercábamos a los núcleos de población aparecía a los lejos una gran mancha blanca, con alguna construcción oscura y fundamentalmente en su centro, bien un castillo, bien una fortaleza, bien una torre laica o religiosa.
Esas imágenes irisadas nos atraían, hacían que nuestras conversaciones giraran sobre el tipo de cultivos, los colores vivos de la naturaleza, el paso de diferentes culturas por esos lugares (íberas, romanas, árabes, castellana, andaluza, o de otros países de más allá del Océano); unas culturas milenarias, que sobre todo eran apreciadísimas por los colegas norteamericanos que me acompañaban en el viaje.
Al llegar a los pueblos, paseábamos por esas calles tan cuidadas por sus pobladores, orgullosísimos de sus casas, calles, plantas, edificios, gastronomía…, en definitiva gentes presumidas, satisfechas de su cultura. Me encanta como se vanaglorian de sus hijos predilectos, de los que nacieron allí o pasaron dejando alguna huella.
Sin embargo, no todo fueron luces, sino también algunas sombras, como la aún existencia de grandes latifundios, la propiedad de la tierra en pocas manos; las tristes historias de las gentes que se sublevaron contra esa situación y fueron represaliadas, apresadas o fusiladas. Los obreros del campo que apenas pueden sobrevivir con unas cuantas peonadas y encima soportar el que les digan que son unos parásitos. En algunos de esos pueblos no es visible la pobreza, pero si la escasez de recursos.
Han sido unos días de convivir con la belleza de los pueblos y de sus gentes, y sobre todo de compartir con personas a las que estimo muchísimo.

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