Los homenajes a las personas, a los grupos o a las instituciones sirven para poner el foco en ellos, con el fin de conocerlos mejor; pues bien, como este año se lo estamos dedicando a Cervantes y estamos asistiendo a múltiples celebraciones sobre su persona u obra, he tenido la oportunidad de disfrutar de la lectura de una novela histórica y de ficción de una amiga chilena-argelina, Adriana Lassel, titulada: Cinco años con Cervantes, patrocinada por el Instituto Cervantes en Argel. Tuve el placer de asistir a la presentación del libro en la casa de Cervantes en el municipio manchego de Esquivias (por cierto, lugar que merece la pena visitar para recorrer los lugares por donde anduvo el escrito con sus seres queridos).
Esta
novela centra su argumento en los cinco años que pasó Miguel de Cervantes en
cautiverio en Argel, víctima de su apresamiento por corsarios argelinos. La
mayor parte del texto está basado en hechos reales, en documentos históricos, a
los que ha dado unos toques de ficción para hacer más feliz la vida del
protagonista, por ejemplo teniendo unos escarceos amorosos con una joven
morilla judía bajo unos naranjos en flor.
En
aquellos años de finales del S. XVI, donde las migraciones eran desde Europa a
América, al Norte de África o hacia EuroAsia, Adriana nos describe de una
manera muy sencilla, pero profunda, la ciudad de Argel con sus barrios,
moradas, sus habitantes practicando diversas confesiones religiosas, sus
hábitos o costumbres; en definitiva, la cultura mediterránea de aquella ciudad
en la que la mezcla étnica y religiosa era lo predominante. Las luchas
políticas o de estrategia política también forman parte de ese reflexivo análisis.
Nos
aproxima a cómo pudo ser el cautiverio de Cervantes desde su primer contacto
con la ciudad y su lugar de internamiento –aunque este no fue total, pues podía
salir a la ciudad y sus entornos a hacer trabajos domésticos o encargos-,
pasando por sus variados intentos de fugarse para recobrar su libertad, sus
conversaciones con otros cautivos, unas veces malvados, otras buenas personas y
otras con las que compartía poesía, música, literatura o historia, entre los
que destaca Antonio de Sosa.
La violencia era práctica real en
Argel, el corso era la principal base económica de la ciudad, la esclavitud era
rutinaria, las autoridades crueles. Cervantes convivió con ella esos cinco
años, en sus propios huesos y en el fondo de su alma. Ello le hizo fraguar
diversas escapadas, todas ellas frustradas, lo que le sirvió también para “aprender
paciencia en la adversidad”.
Para
Miguel de Cervantes su objetivo principal a lo largo de todo el cautiverio fue
lograr su libertad, aun poniendo en riesgo su propia vida, y lo que le mantuvo
con fuerzas fueron sus creencias religiosas cristianas, que eran las de su familia
y en las que se había educado. Fue tentado en varias ocasiones para su
conversión a la religión musulmana, con lo que podría haber obtenido la
libertad y una mejor vida.
En
el transcurso de esos años probablemente estén los pensamientos con los que
luego escribió sus poesías, obras de teatro o novelas; allí pudo contar con
libros que leer o instrumentos con los que escribir. Fue liberado en septiembre
de 1580, volvería a España tras pagar su rescate. Ese cautiverio le serviría
casi con toda probabilidad para poder escribir su gran obra universal.
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