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viernes, 15 de noviembre de 2013

La relación médico enfermo: Parsons, Foucault, poder y nuevas tecnologías.

Hace ya casi un siglo que Talcott Parsons analizó desde la perspectiva sociológica funcionalista la relación entre los médicos y los pacientes. Partía de que a los enfermos se les podía denominar desviados, pues su enfermedad les impedía realizar sus funciones necesarias para el funcionamiento de la sociedad, el papel del médico era el de restablecer cuanto antes la salud de esos individuos para que se reincorporaran lo antes posible a cumplir con las funciones que la sociedad le había encomendado. Es decir, la institucionalización de la medicina suponía por una parte un control social de los ciudadanos y por otra otorgarle a los médicos un poder sobre los enfermos. El poder de esos profesionales no sólo estaba garantizado por diversas instituciones (políticas, médicas,   ), sino también por su autoridad –autoritas-, basada en sus conocimientos y aptitudes; ello le hacía situarse por encima de la mayoría de los mortales ejerciendo un liderazgo en muchas ocasiones carismático. En el desarrollo de la medicina a lo largo de todo el siglo XX estas relaciones entre médicos y pacientes han variado hacia un mayor control social por parte de la institución médica, Foucault sostiene que la medicina es un poderoso medio de disciplina y control social.
También es cierto que en los últimos años los profesionales médicos han perdido parte de su autoridad y liderazgo, si bien continúan ejerciendo el control social, siguen decidiendo cuando uno está sano o enfermo.
La incorporación de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en la medicina ha supuesto dotarles de nuevas herramientas para hacer diagnósticos más acertados mejorando así la salud de los pacientes, pero también ha servido para seguir imponiendo su autoridad, liderazgo y control social. Sin embargo, aquí quiero resaltar cómo la incorporación del ordenador en las consultas médicas ha derivado en una nueva barrera entre los dos actores (médico-enfermo). Se da la paradoja de que una de las aportaciones de las nuevas tecnologías es mejorar la información y la comunicación, y lo que se consigue en muchísimos casos es la existencia de una mayor incomunicación, pero eso sí la imagen que se quiere transmitir es de profesionalidad y poder.
Esta reflexión se debe a lo que aconteció hace unos días a mi amigo Jesús Casado en una consulta médica en Sevilla, cuya narración interesantísima podéis leerla en su blog personal: http://jcasador.blogspot.com.es/2013/11/estres-no-sabe.html

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