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lunes, 14 de octubre de 2013

La sociedad de los miedos. A propósito de Beauvoir y Padura


Mis dos últimas lecturas han sido un relato de Simone de Beauvoir (La edad de la discreción) y una novela de Leonardo Padura (Herejes), escritos uno hace más de medio siglo y el otro es de este año. Ambos textos abordan, entre muchas otras cosas, los miedos personales y colectivos, que como todo el mundo sabe se arrastran desde los principios de la humanidad, y han sido analizados desde distintas perspectivas filosóficas, antropológicas, sociológicas, psicológicas, etc. No obstante, considero que nunca han estado tan presentes como en la sociedad actual, afectando tan profundamente a las relaciones sociales. Las informaciones que recibimos nos hablan de guerras, incremento de la pobreza, explotación en el trabajo, incremento de los suicidios, malos tratos y violencia contra las mujeres, calentamiento global, bajada de los salarios, crisis económica mundial, fin del estado del bienestar en las sociedades occidentales, y muchísimos más desastres; en definitiva, se nos dice continuamente que nos encontramos en un mundo de múltiples riesgos e incertidumbres, lo que conlleva generalmente a un aumento de los miedos individuales, que afectan a nuestras formas de relacionarnos y de construir nuestra sociedad actual y de futuro. Esa nueva sociedad la estamos construyendo desde el miedo, miedo a perder el trabajo, miedo a perder nuestro bienestar, miedo a perder nuestra pareja, miedo a la violencia, miedo al futuro, miedo a lo que comemos, miedo a los otros, miedo a que se tomen decisiones políticas y económicas por personas u organizaciones que no nos representan, miedo a estar vigilados constantemente, miedo a la enfermedad, es decir, miedo, miedo y miedo. 
En principio, con la evolución de las sociedades, con el aumento del conocimiento deberíamos tener más seguridad, ya que disponemos de más herramientas para enfrentarnos a los miedos, sin embargo, está acaeciendo todo lo contrario, cada vez predominan más los miedos. ¿Qué hacer entonces?, ¿dejarnos llevar por esos caminos de incertidumbre e inseguridad?, ¿someternos a decisiones de unas élites alejadas de nuestras realidades?, o tal vez, ¿implicarnos más en la toma de decisiones locales?, ¿ser más partícipes en las organizaciones e instituciones de las que formamos parte?, ¿pensar menos en nuestra individualidad?, ¿replantearnos nuestras relaciones con los demás?. Estas preguntas y otras más me las hago continuamente, y aunque personalmente estoy más con una participación activa, la realidad me devuelve de una manera cada vez más reiterada que no es eso lo que hace (o desea) la mayoría de los ciudadanos (esa mayoría silenciosa, de la que se apropian todos los poderosos). Probablemente esté equivocado, pero no puedo hacer otra cosa, sin embargo, ya que la realidad es contraria a mis pensamientos, seguiré con mis deseos y mis sueños, pues de momento como dice Simone de Beavoir “He descubierto la dulzura de tener tras de mí un largo pasado”.

2 comentarios:

  1. "La vida es una Barca, como dijo Calderón de la Mierda"

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    1. Como se nota que leemos la misma mierda. Pero así estamos, en perpétua inestabilidad y rodeados de mucha, mucha, mucha mierda.

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