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jueves, 22 de octubre de 2020

Dos miradas sobre el poder: Michel Foucault y Moisés Naím.

 


Michel Foucault investigó sobre el funcionamiento del poder y aportó, entre otras muchas cosas, que el paso de la legitimidad del soberano por la legitimidad de la sociedad (democratización) cambió sustancialmente la concepción del poder, supuso que los castigos occidentales cambiaran a unos más moderados, fundamentalmente para evitar el rechazo de la ciudadanía, vinculando así los tipos de castigos con los tipos de poder ejercidos. En su ensayo Vigilar y castigar (1975) podemos profundizar en ese análisis. Posteriormente sus reflexiones se centraron en lo que él denominó biopoder, cuyo objetivo es “hacer vivir y dejar morir”, en sus propias palabras: “Más acá, por lo tanto, de ese gran poder absoluto, dramático, sombrío, que era el poder de la soberanía y que consistía en poder hacer morir, he aquí que la tecnología del biopoder, la tecnología del poder sobre la población total, sobre el hombre como ser viviente, aparece ahora un poder continuo, sabio, que es el poder de hacer vivir. La soberanía hacía morir y dejaba vivir. Y resulta que ahora un poder consiste, al contrario, en hacer vivir y dejar morir” (Hay que defender la sociedad). El poder ejercido, tanto por los soberanos como por los representantes de la sociedad, ha supuesto siempre que unos pocos han mandado sobre muchos y han impuesto sus verdades y un tipo específico de relaciones de poder.

Otra mirada sobre el poder es la de Moisés Naím. En su obra El fin del poder estima que ese poder político está degradándose, pues está dejando de ser un poder difícil de adquirir, fácil de utilizar y difícil de perder. Las personas que llegan ahora al poder tienen una competencia mayor y se encuentran con muchas más limitaciones: el activismo ciudadano, los mercados financieros mundiales, los medios de comunicación o más rivales: “La transformación del poder es más amplia y más complicada. El poder es hoy más fácil de obtener y, de hecho, en el mundo actual hay más personas que lo tienen. Pero sus horizontes se han contraído y, una vez obtenido, es más difícil de utilizar”. Él denomina a esos nuevos rivales como micropoderes.

Naím señala que: los gobiernos caen más rápidamente, las facciones en los partidos políticos aumentan, los líderes no son políticos sobresalientes, los movimientos sociales tienen más poder, los ejércitos van perdiendo poder, las victorias electorales no son de mayorías aplastantes, el ciberactivismo, lo que, entre otras más causas, supone la degradación del poder. Él propone una intervención inmediata con el fin de devolver la confianza a la política y a los políticos, poniendo el acento en el fortalecimiento de los partidos políticos y el aumento de la participación ciudadana en política.



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