La investigación en España
siempre ha contado con poca dotación económica, pero en los últimos años ha
visto como ese poco iba a menos, no digamos ya en el año 2012. Se nos dice
constantemente lo importante que es la inversión en ese sector y que el futuro
desarrollo económico y científico de Europa, y de España en particular, depende
en gran medida del crecimiento del mismo. Vaya contradicción más importante, es
necesario, fundamental, y sin embargo no aumentamos la dotación sino que la
disminuimos. Esta esquizofrenia política
se empieza a complicar con la paranoia de nuestros jóvenes investigadores que
ven cómo su futuro es bastante impredecible, oscuro, incierto… y su posible
salida profesional pasa por irse de nuestro país (que por cierto, a lo largo de
la historia de la ciencia siempre ha sido así). Este panorama se da en todos
los campos de la investigación, principalmente en las universidades o centros
públicos de investigación, pero singularmente en la investigación social, ya
que ésta como no genera ingresos económicos claros y rápidos, pues para qué se
va gastar dinero en ella. La investigación (y la formación) no es un gasto, es
una inversión; lástima que nuestros gobernantes no lo vean así y no intervengan
adecuadamente tal como lo están haciendo los países de nuestro entorno.
Manifestante en la Cumbre Social, en Madrid, el 15 septiembre de 2012.
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