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martes, 26 de septiembre de 2017

La cultura del ruido y del alcohol, males de la sociedad

Seguramente me estoy haciendo muy mayor, pero eso no es óbice para que los ruidos me molesten y el consumo excesivo de alcohol me parezca una necedad y un peligro.
 
Esta primavera escuchaba al hispanista Ian Gibson decir, que para él los países más ruidosos eran España y Japón; no sé cómo será la cosa en el país asiático o en otros, pero el de España no lo pongo en duda. Uno de los estruendos que más odio es el de un aparato para limpiar las aceras y las calles, con el que van acumulando la suciedad en un punto para recogerla toda a la vez; cómo añoro la escoba de esparto, con su siseo lento, pausado y, hasta tal vez, armonioso. Hasta hace bien poco me despertaba en mi casa de Toledo con el ruido de los pájaros, en el pueblo con los andares y las charlas de los vecinos que iban al trabajo o a la compra, ahora eso ya es historia, me despierta la ruidosa maquinita de barrer.
 
Si vamos a tomar un café, un vermú o a comer con los amigos, los ruidos andan por doquier, la música siempre alta, las conversaciones subiendo de tono para poder entenderse, la masificación de cualquier lugar público. Qué horror, no lo aguanto, cada vez más me gusta la tranquilidad y el sonido de la naturaleza, o la ausencia del mismo en la noche. Bueno, lo de la noche, depende de dónde vivas y qué hay en el entorno, o si son fiestas o fines de semana de botellón. El culmen del ruido lo encontramos en las celebraciones de todo tipo, pero especialmente cuando son las ferias y fiestas, parece como si fuera una llamada a ver quién hace el ruido más fuerte y dura más tiempo.
 
Y, por supuesto, la mayoría de esas actividades lúdicas van impregnadas de alcohol, pero litros y litros de alcohol. No soy ni antialcohólico, ni voy en búsqueda de la pureza, ni, por supuesto, abogo por la prohibición, pero creo que la alcoholización de la sociedad es uno de los problemas más graves que tiene la sociedad en la que me ha tocado vivir, y si no se acometen acciones para evitar el consumo excesivo se va a pagar muy caro.
Me gustaría que mis nietos vivieran en una sociedad con menos ruidos y menos alcohol, su salud física y psíquica depende de ello.
Sí, creo que sí, me estoy haciendo mayor.

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