En estos momentos estoy leyendo
la novela de Henning Mankell titulada Arenas
Movedizas, es una cuasi biografía, se inicia cuando le diagnostican un
cáncer y con esa excusa hace una revisión de su vida y de los problemas
existenciales que le han preocupado a lo largo de sus múltiples experiencias.
En una de sus páginas dice: “El destino del ser humano es que lo olviden. Ni
siquiera las personas que han destacado por una u otra razón sobrevivirán en la
memoria para siempre. ¿Cuántos de los que hoy viven permanecerán en la
conciencia de las personas dentro de quinientos años? No muchos. En los tiempos
en que vivimos, la memoria es más corta si cabe que en ninguna época anterior
de la historia del hombre. Nos inundan todo el rato con una lluvia torrencial
de información, pero lo sabemos, y cada vez recordamos menos. Nos revientan el
cerebro simbólicamente” (p. 110).
En esas estaba
cuando me llega el aluvión de informaciones por todo tipo de canal para comunicarnos
la muerte de Umberto Eco, como no podía ser de otra manera asocié el deceso con
la lectura de Mankell. En un primer momento me dije que probablemente Eco será
de los recordados dentro de quinientos años, tras unas cuantas horas de ese
torrente informativo sobre su muerte, pensé lo contrario. La memoria es muy
frágil y si a ello le añadimos la fragilidad de las noticias, en muy pocos años
le recordarán, si acaso, un puñado de personas.
Sin embargo,
hoy sí que tenemos presente a Eco en nuestros pensamientos y en nuestras
acciones. Mi primer contacto con su obra fue su novela El nombre de la rosa, con la que disfrute enormemente, fue un
placer trasladarme a la Edad Media. El segundo texto que leí fue Cómo se hace una tesis, ensayo que me
sirvió enormemente para dar mis primeros pasos como estudiante de doctorado; en la
universidad mis profesores no sabían orientarme, él lo hizo. Los dos textos los he recomendado a muchísimas
personas, sobre todo a los que les costaba ponerse a leer una novela y los que
andaban perdidos para iniciar una investigación. Por supuesto que hay muchas
novelas y ensayos que pueden cumplir esa función, pero para mí estos han sido
muy importantes. Los recordaré mientras viva, lo que venga después “chi lo sa”.
Ah, se me
olvidaba, cuando he visto alguna entrevista de Eco, él siempre destacaba por su
inteligencia y humor. Valores que, cada día más, están en peligro de extinción.
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