La última novela de Alaa Al
Aswani: La república era esto, es una reflexión sobre la revolución
egipcia que tuvo lugar en el año 2011, en el contexto de las primaveras árabes.
Me ha recordado al gran escritor egipcio Naguib Mahfuz por sus análisis
descriptivos de la sociedad egipcia, pero en la época actual, con unos actores sociales
que siguen manteniendo en gran parte su tradición, pero a la vez se encuentran
en un proceso de cambios, que son imparables y están forjando una nueva
sociedad.
No me extraña que esta novela
esté prohibida en Egipto, su análisis, aunque ficticio, está basado en los
hechos ocurridos en aquellas semanas de 2011, mostrándonos la sociedad poliédrica
existente, donde las instituciones poderosas -el ejército y los ricos- siguen
teniendo el poder para hacer lo que a ellos les interese en cada momento,
aunque sea a base de torturas y muertes; y, donde los ciudadanos, el pueblo, es
diverso, complejo, con interés diferentes e incluso contrapuestos, pero casi
siempre manipulado por los hilos de los poderosos. Tradición y cambio van de la
mano; tradición que se utiliza según convenga y cambios que no son aceptados
por una gran mayoría, pues se sienten mucho más cómodos en una sociedad
tradicional, aunque sea miserable y explotadora.
Los cambios sociales y culturales
suelen ser lentos, y cuando la tradición los impide constantemente dando lugar
a sociedades estáticas, solo entonces es cuando se producen conatos de revolución
o revoluciones propiamente dichas, que generalmente llevan consigo destrucción
y muerte. Estamos viviendo tiempos convulsos, donde lo que llamamos, desde Occidente,
el Oriente Medio, está en llamas desde hace varios años, con visos de continuar
con confrontaciones masivas, de las que solo salen beneficiados unos pocos, que
son los mismos que ostentan el poder.
En la novela de Al Aswani podemos
encontrar esos enfrentamientos personales, colectivos o institucionales,
llevándonos al final a la dicotomía de: seguir luchando pese a todo, o dejar de
luchar pues es imposible el cambio. Ambivalencia que en el mundo occidental
también está presente, pero tenemos la suerte de poder disfrutar de democracias
no completas, pero que respetan, en gran parte, los derechos humanos.
Al terminar de leer esta novela me ha llegado el libro de fotografía de Rob Loren, asturiano al que sigo en las redes, pues sus fotos, generalmente, en blanco y negro son excelentes, diferentes, trasmiten realidad y emociones variadas. Al ver esta obra (Asturias Vaciada; Rob Loren, 2021/2022) me ha seducido una vez más su capacidad de ver esa parte de Asturias a la que no estamos acostumbrados a ver, pero que ahí está, y Rob nos la enseña de una manera tan real y cruda, que nos entristece, pero que a la vez nos enseña su belleza.
He unido estas dos referencias
(Egipto y Asturias), ya que tras la lectura de la novela me he imaginado a esos
ciudadanos egipcios que murieron, se quedaron postrados de por vida, se marcharon
de ese país o se quedaron para seguir luchando (aunque heridos internamente), con
una destrucción física y psíquica, que les ha vaciado gran parte de sus vidas y
de sus mentes.
¡Qué reflexión tan profunda! La relación entre revolución, cambio, destrucción y belleza es fascinante. Me ha gustado cómo se aborda el impacto de estos conceptos en la sociedad y la forma en que se interconectan en procesos históricos. Es interesante cómo se explora qué es un ensayo en este contexto, ya que permite una reflexión más profunda sobre el verdadero significado del cambio y su poder transformador. Sin duda, una lectura que invita a pensar sobre estos temas. ¡Gracias por compartir esta perspectiva tan enriquecedora!
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