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lunes, 27 de agosto de 2018

El viajero intermitente y cambiante. Cantidad o calidad, consumo o vida.


Desde bien pequeñito me he sentido fascinado ante la aventura de recorrer lugares y conocer nuevos parajes y gentes, en los primeros años de la infancia recorriendo los municipios cercanos a mi lugar de nacimiento, ya en mi adolescencia mi viaje a la Bretaña francesa para estudiar francés y conocer parte del país galo, experiencia que me marcó extraordinariamente, desde entonces no he parado de ir de un sitio a otro, unas veces por placer, otras por trabajo.
Una forma de viajar es leyendo libros que nos hablan de las aventuras de otros, el último que me ha hecho soñar con otros países, sociedades, novelas, comidas, ríos, mares… ha sido el de Rafael Chirbes: El viajero sedentario. Muchos de los sitios que cita en él los he conocido, otros no, pero me ha hecho disfrutar de todos ellos como si fuera la primera vez.  Su lectura me ha hecho reflexionar sobre las formas de viajar, sobre todo en este momento donde los lugares más maravillosos del mundo están saturados de visitas y no es posible hacerlo con la calma necesaria para ello.
Si en mis primeros años de “viajero” tenía la necesidad de conocer lo más posible, no me importaba hacer kilómetros, andar muchas horas para recorrer ciudades, visitar sus monumentos, sus obras de arte… era como una droga, no me saciaba, era más y más. Ahora, en mi edad adulta, he cambiado mi comportamiento, ya no necesito correr, prefiero la lentitud y la calidad, quiero deleitarme despacito con todos los sentidos. Mis estancias investigadoras en otros países han sido las que me han influido en ese cambio de conducta, pues no solo hay que ir de un sitio a otro, sino pararse a notar, percibir todo lo que pasa a nuestro lado, ya sea naturaleza, cultura, individuos, una simple flor o un graffiti solitario en un muro, aunque para mí lo más importante es poder estar y hablar con las personas, el lugar es lo de menos.
Prefiero vivir a consumir. No obstante, cuando leo algún libro de viaje, o mis amigos me envían fotos de esos sitios tan maravillosos que hay por el mundo, mi adicción iniciática me llama de nuevo a salir volando, pero ya.