En estos días, liberado de la docencia
universitaria y atosigado por el entorno en la necesidad de hacer la dieta de
engorde navideño, me refugio en mis lecturas ávido de un consumo gastronómico
de papel y sueños.
El aperitivo fue un comic de
Javier Rey, una adaptación de la novela de Jesús Carrasco: Intemperie. Hace tiempo que leí la novela, me resulto muy
atractiva, y tras ver la película de Benito Zambrano, basada en ella, que por
cierto me entusiasmó, me enteré de la existencia del comic. Sus dibujos son sencillos,
muy expresivos, pero sobre todo ha sabido captar las ideas y los conceptos de
la novela: la soledad de los personajes, la aridez del paisaje, la protección
de las estrellas, la angustia, el terror, la solidaridad o la maldad.
De primer plato la materia ha
sido la obra de La carretera, de
Cormac McCarthy, novela futurista (aunque cada vez más probable) en la que el
tema principal es un padre y un hijo que sobreviven a una catástrofe nuclear y
van a la búsqueda de un lugar habitable. En el camino, en la carretera, les
suceden varios acontecimientos a los que deben enfrentarse. La angustia está
presente continuamente, al igual que en
Intemperie, si bien las reflexiones de los actores son más íntimas y existenciales.
La imperiosa necesidad de la resistir también es otra cuestión que une a estas
dos obras, donde los personajes adultos protegen y enseñan a los niños, a los
más jóvenes, cómo abordar los conflictos.
El segundo plato, más contundente
y profundo, es una obra maestra que debería ser de obligada lectura para todo
el mundo, la novela histórica: Memorias
de Adriano, de Marguerite Yourcenar. Obra que desde hace muchos años he ido
apartando para otro momento, me ha sorprendido muchísimo, no esperaba que me
iba a aportar tanto. El análisis de la civilización romana y griega realizada
por la autora es de un calado impresionante, y como diría mi amigo Fernando
Girón: “la humanidad no ha avanzado nada desde aquellos tiempos”. Los problemas
de las personas y de las sociedades siguen siendo los mismos, continuamos sin
saber resolverlos, y las pasiones y la razón reanudan constantemente su lucha.
Con esos tres platos necesitaba de
postre algo ligerito y placentero, qué mejor que el último comic de mi hijo
Sergio Bleda, con guión de Katia Even: Il faudra me passer sur le corps, pues siempre
viene bien un poco de erotismo y un té calentito. Todo ello ha estado aderezado
y amenizado por la música de Fernando Girón, Nereydas y bastante jazz-blues.
En fin, todo delicioso, solo me
queda agradecer a las amistades que me han aconsejado estas lecturas o me las
han dejado: Antonio Illán, Juan González-Anleo y Carmen Ríos. ¡A votre santé!
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