En los últimos años estamos
asistiendo a un cambio en la elección del voto y a la irrupción de nuevos
partidos políticos o nuevos individuos que llegan a lo más alto del poder
político sin proceder de ese ámbito; hechos que se producen fundamentalmente
tras el aumento de la desafección y del descrédito de la política, no solo en
España, sino en todo el orbe. El ensayo de Antoni Gutiérrez-Rubí (2019): Gestionar las emociones políticas, nos
puede ayudar a comprender ese cambio, aportando varias claves para ello,
especialmente en lo referente a la relación entre la política y las emociones.
El mundo de las emociones de los
seres humanos está siendo tenido en cuenta, cada vez más, a la hora de tomar
decisiones de toda índole. Tal como se recoge en este texto, un historiador
británico (Niall Ferguson) dice que “ya no vivimos en una democracia. Vivimos en una emocracia, en la que las emociones
mandan más que las mayorías y los sentimientos cuentan más que la razón. Cuanto
más fuertes son tus sentimientos, más fácil los transformas en indignación y
más influyente eres”; a lo que añade Antoni G-R: La emocracia podría ser la línea roja para la comunicación y la
política. Ignorar los sentimientos es grave. Sobreexcitarlos para su
utilización política es peligroso. (p. 17, 18)
Cuestiones estas que estamos
viendo, viviendo y padeciendo en la actualidad en muchos países: USA, UK,
Brasil…, también en España. Cómo con mensajes escuetos, pero muy primarios,
llegan a los sentimientos de las personas, atrayéndolas a ese nuevo populismo
tan indeseable para la democracia.
El racionalismo hizo que la
democracia se implantase en la mayoría de los países, hizo a los individuos más
libres, más participativos, para que no dependiesen de unas élites aristocráticas,
religiosas o sociales. Los partidos políticos jugaron un papel fundamental en
ese proceso, pero con el tiempo la política ha entrado en un gran desprestigio,
conllevando un alejamiento de los ciudadanos. La política ha estado asociada a
la razón, olvidándose generalmente de las emociones, las cuales se está
demostrando son importantísimas en la selección del voto: “Los electores ya no
pueden ser lectores de programas, ni tampoco contrastar adecuadamente
alternativas. La racionalidad electiva es sustituida, crecientemente, por la
emocionalidad selectiva. Pensamos lo que sentimos, votamos lo que sentimos”. (p.
26)
Antoni G-R aborda diferentes aspectos:
emociones, prejuicios, neuropolítica, democracia instantánea, nuevas
tecnologías, redes sociales, micropolítica o campañas electorales.
Resalto dos frases del ensayo:
-
“El like está ganando la batalla al think… el
voto ya no se piensa, se siente. Y se decide en consecuencia y, muchas veces,
sin conciencia”. (p. 73)
-
“La ira, como todas las pasiones (emociones), es
eficaz para movilizar, pero no para razonar. La ira no sirve a la política
democrática porque no concibe la alternancia, solo la destrucción del rival”.
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