Hace seis años que vivo grandes
temporadas en la ciudad de Sevilla, ya la había visitado en varias ocasiones
como turista y por motivos profesionales, pero siempre unas pocas horas. Desde
el primer día estoy enamorado de esta ciudad, mi primer recuerdo es la
claridad, un cielo azul y la belleza de sus gentes y sus calles. En estos seis
años he paseado muchas horas por sus calles, he visitado sus monumentos principales,
he asistido a multitud de eventos culturales, he compartido con sus gentes los
parques, las calles, la Semana Santa, sus iglesias, sus sentimientos de
alegría, de tristeza, de espiritualidad. No me canso, al contario estoy
deseando volver constantemente para vivir más momentos, para sentir más esas
emociones, para trasladarme a otras culturas a otros momentos vividos por sus
habitantes.
En ello estoy cuando mi amiga
Adela (albaceteña como yo, pero residente de Sevilla desde hace muchísimos
años), conociendo mis sentimientos por esta capital, me presta un libro escrito por un
periodista sevillano a principios del siglo XX: La ciudad, de Manuel Chaves Nogales. Una joya, una obra literaria,
que la he leído a pequeños sorbos como un buen whisky, para intentar no
perderme nada, saborearlo hasta la última esencia.
Este texto habla de los colores,
los atardeceres, la cal blanca de sus casas, los cielos azules, la luz, el sol,
la tierra, las casas blancas… de sus santas, sus patios, su literatura, sus
etnias, sus trabajadores… el cante, las ventas… sus leyendas, sus clérigos, sus
caballeros… la burguesía, sus pasiones políticas, religiosas y amorosas… la
Sevilla obrera, laboriosa, pobre y miserable.
Es un placer inmenso introducirse
en esas páginas que nos llevan a historias pasadas, pero que aún siguen
formando parte de esta población. Los sentimientos de los que él habla siguen
estando presentes, los que vivimos en estos momentos en esta ciudad, seguimos
sintiéndolos y disfrutando de ellos.
Mis amigos me suelen decir que no
aparento los años que tengo, que cada día estoy más joven, mi mujer dice que la
culpable de eso es ella que me trasfunde sangre nueva de su propia juventud, Manuel
Chaves me ha dado otra pista: Sevilla es una ciudad inmortal, inmutable, no se
envejece en Sevilla.
Otro aspecto a destacar es que nos
puede servir como guía para poder visitar y disfrutar de esta bella ciudad y
sus gentes.
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