La característica principal de
cualquier tipo de totalitarismo es la destrucción del individuo y, como
consecuencia, la de todas las instituciones que él construye.
Cuando va a comenzar el verano se
divulgan por diferentes medios (redes sociales, amigos, periódicos, revistas…)
listas de libros para poder leer durante esa etapa. De los que he escogido este
año resalto dos: El astronauta de Bohemia,
de Jaroslav Kalfaîr, y Patria, de
Fernando Aramburu, debido fundamentalmente a que ambos analizan y describen cómo
los totalitarismos destruyen los cimientos de las sociedades.
El primero de los textos es una
novela de ficción basada en las peripecias de un astronauta checo, cuya vida ha
estado marcada por el pasado de su padre, un torturador en la época comunista
en Checoslovaquia. Ese peso paterno determinó su vida personal, familiar y
social, impidiéndole desarrollarse como un individuo libre. La narrativa es
lenta y, a menudo, bastante aburrida, aunque es interesante su parte
introspectiva con acentos irónicos. En algunas de las recomendaciones para
leerlo decían que tenía una carga de humor, yo no se lo he visto por ningún
lado.
Patria es una novela que transcurre en el País Vasco en los años de
terror propiciado, fundamentalmente, por ETA. Este texto está siendo un éxito
literario en España, mis amigos y familiares me hablaban muy bien de él, a mí
no me apetecía leer sobre el conflicto vasco, pues es un tema sobre el que yo
he leído bastante, sin embargo debido a la presión he acabado dedicándole unas
horas de mi descanso veraniego. Me ha aportado muy poco sobre la cuestión
histórica y política, no así sobre la vida cotidiana de los vascos y su
personalidad; los personajes femeninos de las madres de las víctimas de las dos
partes del conflicto han sido lo más interesante de la novela, sobresaliendo
también su narrativa, que te mantiene en alerta y te hace disfrutar de su
lectura.
Ambos libros me han hecho
reflexionar sobre el terror de vivir en sociedades no democráticas, donde unas
minorías o unas élites políticas intentan imponer sus ideas, sus pensamientos,
sus comportamientos, sus valores a todos los ciudadanos, impidiendo la libertad
del ser humano a decidir. Si bien, yo apuntaría también que hay que tener
presente que en las llamadas sociedades democráticas hay élites que, en nombre
de la libertad individual, tratan (y logran) imponer su cultura totalitaria de
una manera más invisible y edulcorada.
Estas dos novelas están escritas
desde una misma perspectiva, lo que no quiere decir que sea la única, pues el
caleidoscopio es muy variado.
P.D. El pasado jueves el terrorismo islámico ha cometido una de sus masacres en la ciudad de Barcelona, un ejemplo más de los que quieren imponer su cultura a los demás.
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