Seguramente me estoy haciendo muy mayor, pero eso no es
óbice para que los ruidos me molesten y el consumo excesivo de alcohol me
parezca una necedad y un peligro.
Esta primavera escuchaba al hispanista Ian Gibson decir, que
para él los países más ruidosos eran España y Japón; no sé cómo será la cosa en
el país asiático o en otros, pero el de España no lo pongo en duda. Uno de los
estruendos que más odio es el de un aparato para limpiar las aceras y las
calles, con el que van acumulando la suciedad en un punto para recogerla toda a
la vez; cómo añoro la escoba de esparto, con su siseo lento, pausado y, hasta
tal vez, armonioso. Hasta hace bien poco me despertaba en mi casa de Toledo con
el ruido de los pájaros, en el pueblo con los andares y las charlas de los
vecinos que iban al trabajo o a la compra, ahora eso ya es historia, me
despierta la ruidosa maquinita de barrer.
Si vamos a tomar un café, un vermú o a comer con los amigos,
los ruidos andan por doquier, la música siempre alta, las conversaciones
subiendo de tono para poder entenderse, la masificación de cualquier lugar
público. Qué horror, no lo aguanto, cada vez más me gusta la tranquilidad y el
sonido de la naturaleza, o la ausencia del mismo en la noche. Bueno, lo de la
noche, depende de dónde vivas y qué hay en el entorno, o si son fiestas o fines
de semana de botellón. El culmen del ruido lo encontramos en las celebraciones
de todo tipo, pero especialmente cuando son las ferias y fiestas, parece como
si fuera una llamada a ver quién hace el ruido más fuerte y dura más tiempo.
Y, por supuesto, la mayoría de esas actividades lúdicas van
impregnadas de alcohol, pero litros y litros de alcohol. No soy ni
antialcohólico, ni voy en búsqueda de la pureza, ni, por supuesto, abogo por la
prohibición, pero creo que la alcoholización de la sociedad es uno de los
problemas más graves que tiene la sociedad en la que me ha tocado vivir, y si
no se acometen acciones para evitar el consumo excesivo se va a pagar muy caro.
Me gustaría que mis nietos vivieran en una sociedad con
menos ruidos y menos alcohol, su salud física y psíquica depende de ello.
Sí, creo que sí, me estoy haciendo mayor.
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