No había estado nunca en este
país, mi conocimiento se basaba en lo leído o grabado por otros. Hace unos días
decidí que ya era hora de visitarlo. Como no podía ser de otra manera
mis primeras impresiones han sido una mezcla de muchísimas cosas: belleza,
riqueza, colorido, arte, mil matices culturales, pobreza, miseria,
estancamiento, desarrollo,…; es decir, muchas impresiones para tan poco tiempo,
que espero ir asimilando a lo largo de los próximos días y meses.
He visto un país en proceso de
cambio, desde el mismo momento en que lo veía desde el cielo podía observar
miles de hectáreas cultivadas, infraestructuras viales importantes, y desde el
aeropuerto hacia la ciudad, se puede ir viendo el cambio en viviendas
populares, en zonas residenciales ricas, en el parque automovilístico, los
centros comerciales europeos o los símbolos del capitalismo desarrollado. El
capitalismo ha puesto ya sus bases, que parece que están bien cimentadas, esto
es imparable.
En la ciudad podemos ver la
convivencia entre los que no tienen nada o casi nada, que son muy visibles en
la medina, en los zocos y en los barrios, con los que tienen un status
económico elevado, sobre todo si los comparamos con los primeros. Una ciudad en
la que convive una cultura milenaria medieval con otra cultura postmoderna de
la información y de la comunicación. Una sociedad vieja con muchas personas
mayores viviendo si no en la miseria, si en sus fronteras, con una juventud que
se está formando, educando para unos nuevos tiempos más prósperos; viejos
tristes, jóvenes alegres. No creo que estos jóvenes (ya integrados en el
consumismo) acepten una vida de sumisión y aceptación del destino.
Comentan que el país está
dando pasos hacía una mayor democracia, participación de la mujer en la
política, la educación es obligatoria hasta los dieciséis años, se están construyendo
centros sanitarios, la religión sigue siendo muy importante en la vida de la
mayoría de la población, pero no se percibe el fanatismo. Si a esto le añadimos
las inversiones en infraestructuras y vivienda podemos vislumbrar un futuro muy
halagüeño para este país.
Me ha llamado mucho la atención
la multitud de controles policiales en las entradas a la ciudad, en las
carreteras, en el aeropuerto (en un espacio de no más de veinte metros te piden
unas cinco veces el pasaporte), no sé si estará justificado o es una manera de
tener controlada a la población.
Queda muchísima pobreza que
extirpar, así como reducir esa gran desigualdad entre unos y otros, o seguir avanzando en la democracia, pero tengo
la impresión de que a estos jóvenes no hay quien les pare en su destino a una
sociedad más libre y de bienestar.
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