Cristina Morini desde un
principio deja muy claro cuál es el objetivo del feminismo: “desquiciar las
relaciones de poder, más aún, la transformación social”, considera que hay que
continuar luchando a todos los niveles para cambiar la organización social
existente. Su análisis plantea la incertidumbre y el riesgo a la que se
enfrentan los individuos en la actualidad, los sujetos son cada día más
diferentes y precarios; han dejado de ser singulares, tienen múltiples
identidades en conflicto permanente, por lo que estima necesario una transculturización,
entendiendo ésta como el paso por varias culturas, pero sin ser absorbidos por
ninguna. Expone que hay que romper con las fronteras nacionales, raciales,
profesionales y de género.
Pone el acento en el trabajo del
conocimiento, según ella el más precario hoy en día, el más desvalorizado,
debido a su inestabilidad, a los desplazamientos continuos, a las adaptaciones
múltiples, lo que conlleva a un desterritorialización de sí, a un cambio del
sujeto y a un devenir en otro.
Por otro lado plantea que si en
un primer momento del capitalismo la incorporación de la mujer al mercado
laboral facilitó la emancipación de la mujer, en la actualidad esto es
cuestionable, ya que el trabajo se ha transformado en precario, móvil y
fragmentado. En este sentido dice que el trabajo de las mujeres es objeto de interés
tanto por las formas (precariedad, movilidad, fragmentación, bajos salarios),
como por los contenidos (cualidad, capacidad y saberes individuales). El nuevo
paradigma del trabajo es: un trabajo incesante, nómada y domesticado (en los muros
domésticos), esto es en esencia la feminización del trabajo.
Le dedica un capítulo al cuerpo,
considerándolo como un trabajador precario. El cuerpo es dócil y útil, se
encuentra totalmente regulado (qué comer, cuánto dormir, cómo aprender…), ha sido invadido por
la publicidad, la moda, los cánones estéticos, el mercado, los diferentes
modelos culturales, políticos y económicos. Constata como todo esto influye en
la inserción en el mercado laboral.
Otro aspecto abordado por Morini
es la confusión entre tiempo de vida y tiempo de trabajo: “Cualquier medida del
tiempo empleado en el trabajo retribuido actualmente existente no es precisa,
en tanto que en ningún caso cuenta el trabajo de los inmigrantes irregulares,
ni el trabajo negro y sumergido, al igual que tampoco se pueden medir las
prestaciones cognitivas precarias que a menudo se desarrollan en contextos
inusuales”.
Este ensayo nos acerca con una
gran profundidad al trabajo en el sistema capitalista cognitivo desde la perspectiva
de género, pero que va más allá de esa mirada, nos hace ver que es necesario
una gran transformación social si realmente se quiere una mayor igualdad entre
los seres humanos.
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