Consumidores consumidos. Juventud
y cultura consumista. Juan María González-Anleo. Ediciones KHaf, Madrid, 2014.
El joven
sociólogo, pero no por ello principiante, ni valorado por su juventud, sino por
su magnífico quehacer sociológico, Juan María González-Anleo, acaba de publicar
un texto sobre uno de los temas que más
ha investigado como es el de la juventud, esta vez poniendo el acento en su
faceta de consumidores. Nos introduce con una amplia y esmerada revisión
teórica y conceptual para delimitar temas tan controvertidos como los conceptos
de consumo, factores de consumo, sociedad de consumo, sociedad opulenta,
cultura consumista, sociedad del despilfarro, sociedad consumista, y desde
perspectivas tan variadas como las del Galbraith, Rostow, Katona, Douglas e
Isherwood, Malinowski, Maslow, Marx, Baudrillard, Bourdieu, Veblen, Bauman o
Simmel, entre otros. Llevándole ello a plantearse tres grandes preguntas: Las
necesidades del consumidor, ¿se descubren o se crean?; el consumidor, ¿es rey o
esclavo del sistema de producción?; y, la sociedad consumista ¿hace felices a
sus miembros? Preguntas que responde desde diferentes puntos de vista con una
variedad amplísima de análisis teóricos y empíricos, arrojando luz ante tanta
información y enredos. Necesidades, deseos o felicidad son cuestiones que
aborda con una gran claridad, sencillez y cientificidad.
El autor
afirma que conceptos como adolescencia o juventud son constructos
socioculturales, sin olvidar por supuesto el sustrato biológico, y como tal hay
que contemplarlos a la hora de analizar a la juventud, relacionándola a su vez con
el consumismo; observa a los jóvenes como sujeto y objeto de consumo, como
objeto consumista, imagen sensualizada e ideología generalizada. Para ello hace
un recorrido histórico de la consolidación de la juventud como sujeto a través
del consumo, desde el nacimiento del concepto de juventud, pasando por el de
adolescencia o el de mayor actualidad como es el de pre-adolescencia,
concluyendo que lo joven es una categoría fundamental del consumo. Aborda el
papel que han cumplido las formas estéticas, pero también el ethos de la lógica consumista, a través
de la urgencia del placer, la habituación del don, el sueño de la omnipotencia
y la sed de diversión.
Una vez
realizado el análisis teórico-conceptual e histórico el autor nos lleva a
conocer cuáles son las funciones del consumo para el joven y su importancia en
la creación y comunicación de la identidad, contemplando al consumo como una
forma de vida. Establece como funciones del consumo juvenil: la autonomía, lo
relacional y el deseo; dándole una gran importancia al papel que juegan el
estilo de vida de los jóvenes y su pertenencia a grupos en la construcción de
su identidad. Este apartado lo ultima con un análisis de la importancia que
tiene el cuerpo como capital físico y como medio de comunicación, como un medio
de identificación y de comunicación.
Más adelante
entra en una interesante reflexión sobre la compatibilidad de la sociedad de
masas y la sociedad de consumo, las masas, el individualismo, la sociedad
atomizada, si las decisiones individuales se toman con o sin presión del grupo,
si los jóvenes son consumistas y rebeldes o no, o la importancia que tienen los
medios de comunicación en todo ello. Aspectos como la música, la moda, la
publicidad, la delincuencia, el sexo o el arte son también examinados como
parte de la rebeldía juvenil y su
relación con el consumismo. Finaliza el texto con un examen de los valores que
induce el consumismo a los jóvenes: neofilia, hedonismo, estética, tecnología y
poder, dinero y prodigalidad, y libertad y ocio.
Tras su
lectura, amena, profunda y grata, lo que considero más importante y más valoro
es la gran base teórica de la que hace gala el autor, si uno quiere
introducirse en las diversas teorías sociales que indagan en el consumo aquí
tiene una gran oportunidad, desde las clásicas a las más actuales. Una de las
preguntas que más nos hacen a los sociólogos es para qué sirve para la sociología, pues aquí, en este texto,
tenemos una explicación, el profesor Juan María González-Anleo logra responder
a esa gran pregunta.
Para
finalizar, quisiera resaltar la esmerada y cuidada edición de este texto, desde
que lo coges por primera vez con tus manos se ponen en funcionamiento tus
sentidos, un tacto diferente al habitual de los libros, un color muy llamativo, la portada es muy
atractiva, diferente, la maquetación tiene su originalidad, incluso –aunque
parezca un poco estúpido- me puse a olerlo antes de iniciar su lectura (serán
cosas de la edad).
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