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miércoles, 3 de marzo de 2021

La tortura en la España contemporánea: Oliver, Gargallo, Oviedo, Lorenzo y Parra.



El ser humano va cambiando a lo largo de sus etapas vitales, pues sus experiencias y sus circunstancias personales o sociales le hacen ver el mundo desde diversas perspectivas. A mí me está pasando con la manera de ver y entender los comportamientos de las personas, cuando era más joven era más rousseauniano y conforme me he hecho mayor soy más hobbesiano, es decir, considero que la parte violenta está en todos los humanos, aunque en diferente grado, y que va a depender de variados factores (familiares, sociales, económicos, laborales...) el que esa violencia salga a la luz o se canalice hacia otros comportamientos no violentos. Con esta premisa es con lo que me puse a leer el ensayo sobre La tortura en la España contemporánea (Coordinado por Pedro Oliver Olmo), lo que ha venido a confirmar mi tesis filosófica, sociológica y antropológica. La violencia forma parte de nuestra genética y en las formas de construir las sociedades; con la formación de los Estados modernos se intentó limitar y prohibir el uso de ella por parte de los individuos, otorgándose el Estado la legitimidad de la violencia en las sociedades democráticas.

Revisar la tortura y los malos tratos debe ser una tarea ardua y muy dura, por su dificultad en la obtención de los datos y por la dureza de leer u oír los testimonios de las víctimas. Admiro a estos investigadores que pasan los años y siguen llevando a cabo esa línea de investigación, haciendo visible esa parte oscura que está en todas las sociedades, relacionándola con los que ejercen el poder en las mismas.

El análisis de los autores de este ensayo nos permite una revisión teórica sobre la tortura y los malos tratos, así como su evolución en la España liberal, en la Guerra Civil, en el franquismo, en la transición democrática y en la democracia actual. Nos concede tener una visión de cómo ha evolucionado la violencia en nuestro país, quiénes han sido los actores (víctimas y verdugos), los lugares dónde se ha llevado a cabo y qué tipos de abusos se han cometido. Es espeluznante observar cómo la tortura se ha centrado, generalmente, en la violencia institucional, cómo los poderes (políticos, judiciales, policiales…) la han ejercido con total (o casi) impunidad.

Se parte de que a mayor democracia menos violencia, pero los hechos nos vienen a demostrar que esa no es la lógica. Cambian los actores, los lugares y los tipos, pero el sustrato violento continúa. En nuestro país se sigue torturando y maltratando a seres humanos, es una evidencia que ponen sobre la mesa estos estudiosos. El Estado y las instituciones con poder de tomar decisiones lo conocen, es necesario intervenir para que esta lacra social desparezca, saben cómo se podría hacer, pero no lo hacen. Este tipo de estudios sirven para denunciar y presionar, pero ello solo es poco, es fundamental que haya un mayor control de las actividades que puedan generar violencia y debe haber una mayor transparencia de las actuaciones, el humanismo debe estar por encima de cualquier poder político o ideología, puesto que si el individuo o los que tienen el poder decisorio se consideran impunes ejercerán la violencia cuando ellos lo consideren oportuno sometiéndose solo a su conciencia, actitud, opinión o deseo.


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