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lunes, 13 de febrero de 2017

Reflexiones acerca de la obra de Robert Castel


Con el fin de profundizar en las aportaciones teóricas del sociólogo francés Robert Castel he leído parte de su obra publicada en el siglo XXI: “Empleo, exclusión y las nuevas cuestiones sociales” (Desigualdad y globalización, 1999); “Crítica social. Radicalismo o reformismo político” (Pensar y resistir. La sociología crítica después de Foucault, 2006); La discriminación negativa ¿Ciudadanos o indígenas? (2007); y, “De la protección social como derecho” (El porvenir de la solidaridad, 2013).
Castel siempre se ha interesado por los colectivos humanos más débiles, más vulnerables, llevando a cabo análisis históricos, políticos y sociales, que van desde la situación de los enfermos mentales, la clase trabajadora, los jóvenes o los migrantes, hasta la organización de la sociedad, las estructuras de poder, la globalización, la individualización o las políticas públicas.
En esos cuatro ensayos sociológicos Castel se preocupa principalmente de la evolución de la sociedad capitalista en el mundo occidental, sobre todo europeo, resaltando cómo desde finales del siglo XX a la actualidad, desde los pactos del Estado del bienestar después de la Segunda guerra mundial, pasando por la crisis económica de la década de 1970, hasta la globalización económica y la crisis económica del principios del siglo XXI, el mundo más desarrollado económica y socialmente es más desigual, con una mayor individualización, donde lo importante es el mercado económico y las políticas públicas abandonan a los más vulnerables. Es un sociólogo que se implica en su realidad social, aportando posibles soluciones a la problemática social. Analiza los hechos sociales proponiendo acciones sociales para luchar contra la desigualdad social. Castel dice que el papel de intelectual es pensar y resistir, poner al descubierto las relaciones de poder que estructuran la vida social; hay que denunciar las relaciones de poder y resistir, lo que implica inconformidad y deseo de intentar mejorar el orden social (2006).
Considera que hay que buscar un equilibrio entre los intereses del mercado y los intereses de los trabajadores, donde el Estado social debe ocupar una posición fuerte: “Hay que analizar las posibilidades de cambio social profundo del modelo dominante a partir de la realidad existente” (1999; 10). Y ese cambio debe ir en la dirección de proteger a la ciudadanía, otorgándole unos de derechos sociales que le protejan de los posibles riesgos. No se ha de culpabilizar a los más desvalidos de su situación: “Aunque el estado del mercado de trabajo sea el menos favorable (como es el caso en la actualidad, en el episodio particularmente dramático de la “crisis” que estamos atravesando), todo ocurre como si se encarnizaran cada vez más en exigirles de cualquier modo que encuentren trabajo, y se les condenara cuando no lo consiguen” (2013; 13).
Con el paso del tiempo el proceso de individualización es mayor, así como también el aumento de la inseguridad y la precariedad: “Los nuevos pobres señalan la existencia de personas que habían podido integrarse en la sociedad salarial, pero que perdieron esas protecciones que les permitían asegurarse esa independencia económica y social. Los trabajadores pobres nos hacen ver que debido a la degradación creciente de las condiciones de empleo, tampoco un trabajo es ya capaz de garantizar siempre esa independencia” (2007; 135).
Robert Castel se encuentra en la línea de pensamiento socia de Owen Jones y Saskia Sassen, en el sentido de la demonización de la clase obrera y de la exclusión social de los colectivos vulnerables, que están incrementándose día tras día, e insisten en la necesidad de un Estado social que debe interesarse en su protección, en una vuelta a la solidaridad y en frenar la individualización de la sociedad.

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