Esta mañana estaba leyendo el
libro de Juan José Castillo: La invasión
del trabajo en la vida (por cierto, no me ha gustado) con la finalidad de
ampliar mis apuntes de sociología y trabajo, cuando en una entrevista que
hacían a una trabajadora se describía su situación laboral en una empresa
ubicada en Madrid, la cual tras muchísimos años de trabajo estaba en “un
cajón de espera”, se encontraba desasignada,
como consecuencia de la transformación del mercado laboral y de las nuevas
formas de trabajo.
En ese momento me he dado cuenta
de que en mi vida laboral he pasado por varias etapas en las que se he sido un
trabajador desasignado. La primera
vez en la Diputación del Albacete, cuando unas elecciones conllevaron un cambio
político en el gobierno de esa institución, entraron los conservadores (PP-Opus
Dei) y me desasignaron hasta nueva orden,
la cual nunca llegó. Me incorporé al Complejo Hospitalario Universitario de
Albacete (CHOSPAB), donde tras el encargo, por parte de la dirección del
hospital (PP), de algún proyecto de investigación me desasignaron de nuevo siguiendo órdenes políticas del PP.
Posteriormente, por la llegada del PSOE al gobierno de la Diputación, se me
encargaron tareas directivas, a las que renuncié en pocos meses por diferentes
motivos (personales, políticos e intransigencia de cierta política). Volví al
CHOSPAB y la dirección-gerencial del hospital, en este momento en manos de
políticos del PSOE, me desasignan
nuevamente. Pido el traslado a los
Servicios centrales del SESCAM en Toledo, en el que me encargan proyectos de
investigación y de diseño de programas. Al cabo de varios años por
desavenencias con un directivo de esa institución, también del PSOE, se me desasigna otra vez. Sale la oportunidad
de irme a la Universidad de Castilla-La Mancha, me marcho y ahí estoy con
tareas de PDI, perfecto. Espero, que por lo poco que me queda para jubilarme,
no me desasignen una vez más, aunque
sé que a algún directivo de la universidad si pudiera lo haría. Para poder
hacer frente a ese conflicto hay que tener la cabeza muy amueblada, tener mucha
fuerza de voluntad y confiar plenamente en tu capacidad, tu competencia; he
visto a personas que han pasado por estas situaciones caer en graves
depresiones o tener muchos problemas de adaptación no sólo en el medio laboral,
sino que ha afectado a sus relaciones personales y sociales. Ah, para terminar,
a todo esto el sindicato en el que estaba afiliado (UGT) como que con ellos no
iba. En fin, cosas de la vida.
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