Los días 13, 14 y 15 de
abril la Universidad de Sevilla ha llevado a cabo un encuentro denominado “Factor
Universitario de Educación Pública a debate”, donde se han puesto sobre la mesa
para su análisis muchos aspectos de la educación universitaria en España, sobre
todo desde la aplicación de Bolonia y cómo hay que construir la futura
universidad española. He asistido al mismo y de las exposiciones y debates
entresaco las siguientes conclusiones.
La aplicación del Plan Bolonia,
sí bien en su conjunto ha sido una oportunidad para mejorar el sistema
educativo universitario español, ha dado lugar a un mayor esfuerzo de
los profesores, tanto en su formación como en la docencia a impartir y en la
investigación a realizar, que apenas se ha contado con los alumnos para ello y que
el gran problema ha sido que no se ha contado con los recursos económicos
necesarios para esa gran reforma.
Se ha constatado en el debate,
que la universidad española, aunque no está bien situada en los rankings internacionales,
es una institución que cumple muy bien con sus funciones de servicio público,
cuenta con profesores cada vez mejor formados y con unos alumnos que se
incorporan al mercado laboral nacional e internacional. Pero que ha visto
disminuir sus recursos económicos, descender el número de docentes e
investigadores, interrumpiendo en muchos casos sus carreras profesionales, y
dificultar la accesibilidad y la movilidad de los alumnos, por el aumento de
los precios públicos y la bajada en las becas. Como consecuencia de todo lo
anterior son momentos de incertidumbre, exclusión e inequidad, así como falta
de democracia deliberativa de la comunidad para abordar las reformas, tanto
presentes como futuras.
Casi todos los presentes
coincidieron en que es fundamental hacer un diagnóstico de la realidad universitaria
española, que debe ser consensuado por todos los agentes con responsabilidad en
la educación universitaria y que ha de contar desde el primer momento con la financiación
adecuada, no se puede hablar de calidad sin los recursos económicos necesarios.
La universidad española aún puede crecer más, es perfectamente sostenible, si
bien hay que mejorar la eficiencia en la asignación de recursos. Se la debe apoyar desde las instancias políticas, ya que ello es una garantía de igualdad y equidad de
todos los españoles, de desarrollo económico y científico, de bienestar y de
cohesión social. La educación universitaria hay que contemplarla como un
derecho de los ciudadanos y una inversión futura individual y colectiva.
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