Uno de los fenómenos sociales que
más ha influido en la sociedad española en los últimos años es el Movimiento
15M, ese movimiento ha contribuido a canalizar el malestar y la indignación de
una gran parte de la sociedad, sobre todo ha logrado que recuperemos el
espíritu crítico racional. Los individuos luchan día tras día para expresarse
más libremente, para hacerse oír en sus entornos familiares, sociales,
laborales, educativos… En esa ola me he querido subir para hacer esta pequeña
reflexión sobre la sociología en España.
Llevo en esto de la sociología
desde el año 1973, es decir más de cuarenta años, casi toda mi vida, por lo
tanto algo sé de este campo. No voy a hacer una historia de ello, tal vez en
otro momento, ahora lo que me preocupa es el momento actual de esta disciplina,
incidiendo principalmente en el sector académico. Como no puede ser de otra
manera la sociología académica española forma parte del conjunto de
instituciones que se construyeron en el franquismo y que lejos de apartarse de
él adquirieron actitudes y comportamientos autoritarios, endogámicos,
jerárquicos, que podríamos agrupar en uno solo, el de casta.
En los últimos años, sobre todo
desde que se empezó a hablar de calidad, excelencia universitaria e
internacionalización, las élites dominantes de la sociología han visto como las
nuevas generaciones de sociólogos les podían cuestionar su status y poder, por
lo que se han puesto en marcha para impedir el desarrollo de esos jóvenes,
jóvenes que en muchos casos están mucho más preparados que ellos, que pueden
aportar más innovación y que generan más conocimiento. Siguen actuando igual
que siempre, lo que heredaron fundamentalmente de sus maestros franquistas,
siendo endogámicos y seleccionando y favoreciendo a los más sumisos e
incompetentes para que no les hagan sombra, ni les cuestionen nada, buscan
esclavos que asuman todo lo que se les diga, ya que de lo contrario serían
rechazados no solo por ellos sino por toda la élite, ya llamarán a sus colegas
para que les corten el paso, incluso facilitan la entrada a otros profesionales
(filósofos, economistas…) para puestos que deberían ser ocupados por su idoneidad
y preparación por los sociólogos (¿qué hacen ante esto los colegios profesionales?).
También actúan en los lugares
donde se va a acreditar a esos jóvenes (o a los que han sido expulsados por no
ser sumisos), tales como aneca, cnaie, departamentos, decanatos, revistas de
impacto, todos ellos financiados con recursos públicos. Lugares donde se
reproduce la casta/caspa, donde se impide la entrada de nuevos profesionales,
las más de las veces más preparados para afrontar las nuevas realidades.
Catedráticos y titulares que no han investigado nunca, se lo hacen los sumisos,
o si lo hicieron alguna vez ahora viven de las rentas contando discursos
reiterativos que no aportan novedad alguna o abordan intereses muy personales,
tales como la poesía o la novela, o buscan subvenciones económicas para
acumular más dinero en sus arcas personales o para actividades que les sigan
manteniendo su imagen narcisista y egocéntrica.
Con esas actitudes y
comportamientos profundizan en las desigualdades, favorecen no solo a los hijos
de esa casta, sino a los que disponen de más capital económico y social, no les
importa el capital cultural adquirido por los que no han tenido la suerte de
disponer de los dos anteriores.
Los jóvenes investigadores y
profesores necesitan espacios para desarrollarse profesional y personalmente,
no se les pongan más trabas, y menos los que representan lo más retrogrado de
la academia y menos aportan al desarrollo de la sociología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario