Manuel
Castells (2012), Redes de indignación y esperanza, Alianza Editorial, Madrid,
294 páginas.
El
profesor Castells aborda las movilizaciones que se llevaron en Túnez, Islandia,
Egipto, España, Estados Unidos y en varios países árabes (Yemen, Libia, Arabia
Saudí, Marruecos, Argelia, Qatar). Si en Túnez fue principalmente el
empobrecimiento de la población lo que hizo salir a la población a pedir
libertad y dignidad en respuesta a la humillación que sufría el pueblo, en
Islandia fue el derrumbe del sistema financiero, en Egipto la pobreza y un
estado policial corrupto, en España la desafección política hacia unos partidos
políticos que estaban más cerca de solucionar los problemas económicos del
sistema financiero que de los problemas de los ciudadanos, o en Estados Unidos
por los escándalos financieros que empobrecieron a millones de personas; si
bien las causas eran diferentes, las formas de actuar fueron similares, la población
en su mayoría jóvenes se pusieron en contacto a través de Internet, teléfonos
móviles, redes sociales (Facebook, twitter) y salieron a las calles airosos,
sin miedo, con mucha esperanza en alcanzar libertad y justicia social,
interaccionando la dinámica entre el ciberespacio y el espacio urbano. Es
decir, lo que une a todos estos movimientos es la indignación ante la situación
de su país y la esperanza de poder cambiar, para lo que ha sido fundamental la
utilización de las TIC. Internet y la telefonía móvil
no es sólo una herramienta, sino son formas
de organización, expresiones culturales y plataformas específicas de autonomía
política.
Finaliza
con un capítulo sobre los movimientos sociales en red, resaltando unas
características comunes entre ellos: están conectados en red de numerosas
formas; el espacio de autonomía es la nueva forma espacial de los movimientos
sociales en red; los movimientos son locales y globales a la vez; el tiempo es
atemporal; son espontáneos en su origen, desencadenados por lo general por una
chispa de indignación; los movimientos son virales en su difusión; la
transición de la indignación a la esperanza se consigue mediante la liberación
en el espacio de la autonomía; suelen ser movimientos sin líderes; la
horizontalidad de las redes favorece la colaboración y la solidaridad,
socavando la necesidad de un liderazgo formal; son altamente autorreflexivos;
raramente son movimientos programáticos; su objetivo es cambiar los valores de
la sociedad; y son muy políticos en el sentido de la democracia deliberativa.
Si queréis más información sobre estas cuestiones la Revista Praxis Sociológica en su número 16, monográfico sobre participación ciudadana, tiene varios artículos donde también se analizan algunos de estos movimientos. Podéis acceder a ellos en la siguiente página: www.praxissociolgica.es
osea los problemas son globalizados todos tenemos mas o menos los mismos problemas desde la revolucuion francesa nada ha cambiado pues no hay iguladad, no hay justicia no hay fraternidad
ResponderEliminarLamentablemente muchísimas personas en el mundo no han logrado los niveles de bienestar que serían deseables después de las luchas políticas y sociales que intentaban alcanzar esos ideales (igualdad, justicia y solidaridad), pero es indudable de que la situación de desigualdad existente hace dos siglos no es la misma para muchos millones de personas. Tal vez, como tú dices, hemos avanzado muy poco, por eso hemos de seguir luchando para lograr esos derechos universales.
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