¡Cuidado entras en un blog peligroso!

Este es un lugar donde me expreso libremente y comparto con todo el que quiera mis inquietudes.



miércoles, 11 de abril de 2012

Lo social del arte, tres novelas para vivir


En el último mes han pasado por mis manos tres espléndidas novelas que me han hecho vivir momentos de humor, de tragedia, de belleza, de muerte, de lucha, pero sobre todo han sido muchas horas de  vida y, por encima de todo, de belleza. Tres textos escritos en diferentes años, desde los cincuenta del siglo pasado hasta primeros del siglo actual, todos ellos son novelas sociales que nos describen y analizan la sociedad de esa manera tan intensa que sólo lo saben hacer los buenos escritores.
El primero de ellos, Las tesis de Nancy, de Ramón J. Sender, nos traslada a  la España de los años 50, donde una norteamericana se desplaza a Sevilla para hacer su tesis doctoral. En clave de humor el autor nos va reflejando ciertos comportamientos y actitudes de algunos sevillanos y los equívocos lingüísticos que surgen en su relación con la doctoranda. La primera vez que leí esta novela fue por los años setenta, en aquel momento no paré de reír desde la primera página hasta la última, cuarenta años después me ha ocurrido lo mismo. Si bien esta vez el trasfondo social lo he comprendido muchísimo mejor.
Sefarad, de Antonio Muñoz Molina, es otra de las obras que me han hecho vibrar, especialmente por su manera de reflexionar sobre lo social desde el subconsciente individual de personajes que han tenido una vida, casi siempre muy trágica, pero muy plena e interaccionada con su entorno social y familiar. Personalmente ha sido mi gran descubrimiento, hacía mucho tiempo que no leía una obra literaria tan artística como ésta. La he leído muy despacio, muy despacio, para saborearla como si fuera un buen vino, deleitándome página a página, minuto a minuto, no tenía prisa por terminarla.     
La tercera novela ha sido la de Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, un escritor colombiano que nos acerca a la feroz Colombia de los años setenta y ochenta, con todo su dramatismo de una sociedad violenta, donde a los intelectuales y a las buenas personas les era tan difícil sobrevivir. Es una obra desgarradora, su análisis crítico social es sociológico, político, social, pero fundamentalmente humano. Nos avisa, en voz de su padre, de lo que puede acontecer si el hombre pierde el punto de vista del bien común, de la solidaridad y de la libertad; de cómo las instituciones están para servir a los individuos, no al contrario como la mayoría de las veces intentan imponernos, por supuesto los que las dominan.
De la lectura, disfrute y placer de estas obras hay dos aspectos que quiero destacar. Por un lado, su introspección de lo social, de cómo los humanos nos dejamos arrastrar por las estructuras e instituciones dominantes y cómo sólo unos pocos son luchadores, que generalmente acaban derrotados, si bien su germen continúa para las futuras generaciones gracias a que esta herencia cultural nos la trasmiten generalmente los escritores. El segundo aspecto a resaltar es el de la belleza de la literatura que emana de estas novelas; la literatura es un arte y el arte es bello.
Doy las gracias a mis amigas Carmen (de Ibros) y Nuria (de Toledo) por haberme dejado estas maravillosas obras, haber pensado que con ellas iba a pasar muchas horas de mi vida de una manera placentera, además de recordarme de cuáles son los valores universales verdaderamente importantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario