He finalizado la lectura del texto-ensayo:
Melancolía. Metamorfosis de una ilusión política, de Elizabeth Duval,
coincidiendo con el inicio de mis vacaciones veraniegas. El relax no impide que
mi pensamiento se paralice y, mucho menos, siga activo en todo lo que acontece en
mi entorno más cercano o lejano.
A Elizabeth la conocía por alguna
intervención en la televisión o en algún video. Desde el primer día que la oí
me atrajo su palabra, su pensamiento y su expresión corporal. Melancolía
es el primer texto que leo de ella, no solo no me ha defraudado, sino que me ha
hecho pensar y sentir, repensar sobre lo leído o acerca de las actuaciones en
mi vida actual y pasada.
Lo más atractivo para mí ha sido
su planteamiento para poder intentar que este mundo tan líquido y oscuro en
muchos momentos se encuentre algo de luminosidad. Le da una gran importancia a
la palabra, al debate, a la discusión, al cuestionamiento de las “verdades”. Planteamiento
que comparto plenamente, pero considero que con solo la palabra no es
suficiente para transformar este mundo tan caótico, es fundamental la acción, y
esta debe ser política. Todas las personas que habitamos este mundo dependemos
unas de otras, formamos una comunidad diversa y diferente, pero con muchísimas
cuestiones en común, por lo que no debemos dejar que la toma de decisiones que
nos afectan a todas sea realizada por las élites políticas y económicas, de ahí
la necesidad del debate e implicación activa de todas.
Hay partes del libro que son
difíciles de interpretar, algunas debes pararte y pensarlas muy despacio, otras
irte a otros autores que ella cita, pero es un texto que hay que leer por
completo; tengo hechas decenas de anotaciones para volver a ellas en cuanto
tenga tiempo. Me quedo con una de las frases que más me ha impactado: “Preferí
el precipicio y la caída, desdeñé la permanencia”.
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