La Literatura es una disciplina que me ha entusiasmado desde
mi juventud, de hecho la primera vez que escribí algo fue una poesía y la primera
profesión que me planteé fue la de profesor de Literatura, aunque no sé si
primero fue lo de la profesión y después lo de la poesía, o al revés, lo que sí
recuerdo era que ambas cosas iban unidas, la ficción y la realidad, los sueños
y la vida. A ese entusiasmo le añadí enseguida el conocimiento de la Historia, siempre
me ha interesado saber de dónde veníamos y por qué. Y a esto le sumé en mis
primeros años universitarios la necesidad de comprender la sociedad en la que
vivía, para lo que estudié Sociología.
Pues bien, esto viene a cuento por mi última lectura, acabo
de finalizar de leer la novela Las tres
bodas de Manolita de la escritora Almudena Grandes, lo he hecho casi de una
sentada, si no me hubieran entretenido con la odiosa burocracia universitaria “boloniana”,
no me hubiera levantado ni un segundo. Es un texto que reúne esas tres pasiones
personales, que hacen que mi vida y las de los demás tengan algún sentido.
Almudena Grandes nos traslada al Madrid de la posguerra,
hace un magnífico análisis social e histórico de aquella época terrorífica para
muchas y muchos españoles, que tiene mucho de ficción, pero también grandes
dosis de realidad fundamentada en investigaciones científicas. Lo que más me ha
impactado ha sido los centros de menores, hijos de los rojos, que eran
explotados por comunidades religiosas, empresas y los “vencedores” de la
guerra, esos que hablaban de valores de humanidad, de amor, de bondad, de
cristiandad, eran los que tenían esclavizados a miles de niños para su beneficio económico personal y destrucción de la mente de esos niños. Tampoco había
oído hablar nunca de la posibilidad que tuvieron los presos que construyeron el
maldito Valle de los Caídos de convivir (o malvivir) con sus familias, una isla
comunitaria dentro de un mundo de miseria, terror y explotación.
Gracias a Almudena Grandes y otros escritores, novelistas,
historiadores, periodistas… podemos ir teniendo un mayor conocimiento de la
realidad de aquellos años, nos traen la memoria histórica cumpliendo así un
enorme papel social, fundamental para que no olvidemos de dónde venimos y podamos
cerrar aquella etapa con dignidad para los que la sufrieron, no con mentiras y
falsedad de la reciente historia española.
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