En
el insomnio de esta noche me ha venido a la memoria una entrada de ayer en Facebook
de una amiga virtual chilena (María Paulina) en la que nos comentaba las
sandeces y brutalidades neonazis de la ministra chilena y aspirante a
presidenta Matthei, que dice que las personas que padecen el síndrome down no
son humanas. Ello me ha hecho recordar cuándo en los años noventa visitamos al
fiscal de la audiencia provincial con el fin de solicitarle permiso para poder
realizar una ligadura de trompas para un chica down que se encontraba en una
institución social pública y mantenía relaciones sexuales consentidas por ella
y sus padres, y estos no querían que se quedara embarazada, pero sí que tuviera ese tipo de relaciones. En España estábamos dando pasitos para ampliar la libertad en las
relaciones sexuales, aunque seguíamos siendo controlados y reprimidos por
muchas instituciones sociales, políticas, jurídicas, policiales…, pero sobre
todo por las asociaciones conservadoras próximas a la Iglesia católica tratando de imponernos su moral. De
aquellos años a la actualidad se han cambiado muchos hábitos y comportamientos
sexuales, se ha avanzado en la tolerancia y en el respeto a los “diferentes”,
aunque pienso que ello ha sido muy superficial, pues cuando realizamos un
análisis en profundidad vemos que no ha sido tanto y que todo está en una
cuerda floja que se puede romper en cualquier momento. Se sigue confundiendo
sexo y amor, prohibiendo o cuestionando las relaciones fuera de la pareja,
aumentando la prostitución (sobre todo la femenina), considerando las
relaciones sexuales como algo sucio, estigmatizando las relaciones
homosexuales, reprimiendo la educación sexual en los niños y en los jóvenes, en
fin avanzamos, pero muy poquito a poquito y con miedos e incertidumbres de una
vuelta atrás.
Cuando
soñábamos con la revolución sexual, lo hacíamos pensando en un mundo más libre,
donde las relaciones sexuales fueran abiertas, consentidas, placenteras…, las
veíamos como una puerta, una antesala, a la revolución social y política, si no
había revolución sexual no era posible la libertad del ser humano. Esta reflexión
me la sigo haciendo aún, si no somos capaces de ser libres sexualmente como
vamos a serlo en otros comportamientos, en fin los sueños de Morfeo me hacen
pensar en estas cosas, seguramente no serán tan importantes y solo sea un
problema (sexual) mío.
Por cierto,
un libro que en aquellos años de juventud y sueños liberadores me entusiasmo fue
Justine del Marqués de Sade, por supuesto proscrito, obsceno y pervertido (je, je, je).
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