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miércoles, 17 de enero de 2018

Alimento para el alma: Nereydas, Tricicle y Compañía Nacional de Danza

Este año comencé las fiestas saturnales con un concierto de Nereydas, luego fui al teatro a ver a Tricicle y acabé con la Compañía Nacional de Danza.
 
El concierto de Nereydas es un regalo que llevo recibiendo dos años ya en el Museo del Greco, en Toledo. Se celebra en el interior del museo, en una pequeña capilla, rodeado de unas esculturas románicas y un cuadro del Greco, es decir el marco es maravilloso y muy acogedor. Nereydas (o parte de este grupo, que se estira o se encoge dependiendo del lugar), dirigido magníficamente por Javier Ulises Illán, nos ha ofrecido este año un concierto veneciano con obras de Vivaldi, trasladándonos por la Europa del Sur y acogiéndonos con su magnífica música de clave, violonchelo barroco y violín. Los que asistimos a este concierto siempre salimos muy satisfechos con el trabajo de estos jóvenes, es un placer ver tan de cerca como acarician los instrumentos y les sacan esas notas que nos envuelven. Es una manera de alimentar el alma en vísperas de la vorágine materialista navideña.
 
Un día antes de cerrar el año nos fuimos a Madrid a disfrutar del espectáculo Hits del excelente grupo Tricicle. Los he visto en muchísimas ocasiones y en diferentes ciudades, pero al enterarme de que tal vez sea la última vez que actúen en público, pues me animé a verles de nuevo en esa selección de sus mejores momentos escénicos. Creo que Madrid se vistió esa noche de gala para acogerlos, estaba preciosa la Gran Vía, me recordó mis tiempos jóvenes cuando paseaba por esos lugares recién salido de Albacete y alucinaba con la grandiosidad de esa calle. Por supuesto que no me defraudaron, nos mantuvieron una hora y media sin parar de reír y de llorar (de risa). Son increíblemente muy buenos mimos, son buenismos, y tengo la impresión de que como personas igual.
 
Las fiestas las hemos terminado en el Teatro de la Maestranza, en Sevilla, viendo a la Compañía Nacional de Danza, y oyendo a la Orquesta Sinfónica de Sevilla, con la obra Don Quijote. Un espectáculo de ballet clásico en tres actos, que iba ganando conforme avanzaba. El primero de los actos fue muy efectista, con una coreografía de toreros con capas rojas y amarillas, que no sé de dónde se han sacado esto para las bodas de Camacho o si esto lo llevaron a cabo solo en Sevilla, y ya que la plaza de toros queda cerca del teatro, pues aprovecharon. Me pareció bochornoso, a la mayoría del público no, aplaudieron a rabiar. La segunda parte del segundo acto fue un sueño de Don Quijote y Dulcinea, para mí lo mejor. Las primeras figuras y los bailarines principales estuvieron fantásticos. La escenografía tampoco fue de mi agrado, ningún atractivo, al contrario. La interpretación de la Orquesta Sinfónica de Sevilla formidable, como siempre.
 
Han pasado los días del alma, ahora toca la materia: un artículo para una revista de impacto, tal como nos “mandan” desde el Ministerio, con el fin de alcanzar la “excelencia” en la universidad española. ¡Manda huevos!

2 comentarios:

  1. Kirsti Holmquist Arntzen18 de enero de 2018, 22:47

    Que lindo comienzo del año! Saludos de Noruega :-)

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  2. Hola Kirsti, me alegra saber de ti. Seguro que tú también has tenido un buen comienzo de año, te deseo lo mejor. Un beso desde Sevilla.

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