Hace ya muchos años, a principios
de los ochenta, participé por primera vez en un congreso, en el Palacio de
Congresos de Madrid, con una ponencia sobre sobre participación ciudadana en
salud. Finalicé dicha presentación con una pregunta: ¿está la sociedad española
preparada para tomar decisiones sobre la sanidad? La hice de una manera
provocativa para intentar abrir el debate, lo conseguí; entre los asistentes
estaba el catedrático Vicente Navarro y, cómo no podía ser de otra manera,
entró al quite. El debate fructificó.
Ayer en un Foro por la Sanidad,
que organizó el Centro de Estudios de Políticas Públicas y Gobierno, de la
Universidad de Alcalá, asistí de nuevo a una “provocación” similar que
protagonizaron dos ponentes. Una profesora universitaria (Rosa Urbanos) achacó
los grandes males de la sanidad española a los pacientes/ciudadanos, sobre todo
por sus “peticiones ilimitadas e injustificadas”; otro ponente, un profesional
sanitario (Julio Mayol), dijo que si queríamos cambios había que contar con los
rebeldes y los críticos, pues lo que se estaba haciendo en la actualidad era
reproducir constantemente un modelo de actuación, que no nos llevaba a
solucionar los problemas crónicos de la sanidad española. Provocaciones que no
surtieron efectos en los que asistíamos a ese evento.
Esos dos acontecimientos me han
hecho reflexionar y llegar a la conclusión de que, por supuesto que la sociedad
española ha avanzado muchísimo en el mejoramiento de la salud y de la sanidad,
pero que seguimos sin resolver los problemas de gestión, que desde mi punto de
vista no sólo es una responsabilidad de los políticos y de los técnicos, sino
que son los ciudadanos los que deben intervenir directamente en esos asuntos,
para lo que es necesario y fundamental que estén empoderados. Es decir, han de
tomar conciencia de la clase a la que pertenecen y participar activamente en la
toma de decisiones, no han de esperar a que otros las decidan por ellos.
Los denostados marxistas se están
poniendo de moda, habrá que releer a los clásicos Marx, Adorno, Habermas o
Horkheimer.