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domingo, 13 de noviembre de 2016

Mirror and music. Saburo Teshigawara/KARAS

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El mejor tratamiento ante el conflicto social o personal es una dosis ajustada de arte. El arte hay que tomarlo de manera cotidiana en pequeñas dosis, pero hay momentos en que ante un proceso agudo hay que inocularse una dosis más alta. Pues eso es lo que he hecho este fin de semana, me encontraba agotado por la cantidad de trabajo que se me ha acumulado en los dos últimos meses y estaba cansadísimo de tanta información política donde se refleja el triunfo del individualismo más reaccionario que ha tenido la humanidad.
En esas estaba cuando decidí un tratamiento rápido de arte y me fui a ver un espectáculo de danza contemporánea japonesa en el Teatro Central de Sevilla. Desde el primer momento la luz y el sonido toman el protagonismo de la coreografía; con un ímpetu rapidísimo las luces y las sombras unidas a un ruido ensordecedor te van introduciendo en un mundo de caos y armonía. Un sonido atroz, ensordecedor, con una luces intermitentes te trasladan a momentos de tu vida en el que deseas que se pare el mundo, que te quieres apear. Pero cuando parece que la intensidad es insoportable aparece la calma con una música apaciguadora, relajante y armoniosa, fusionada con unos danzantes que parecían no tener esqueleto, sus movimientos eran suaves, sensuales, con una gran flexibilidad.
Caos y orden, como la vida misma, forman parte la humanidad desde los principios, tan necesarios uno y el otro. Tras el caos siempre hay algo de luz, la vida siempre tiene un resquicio de luz para comenzar de nuevo el orden, la paz. Incluso hay un momento en que el caos puede ser atractivo y placentero.
Un juego de luces, sombras y sonido con el que juegan de una manera seductora y mágica. Una danza que se presenta infinita, podrían estar siempre en movimiento hasta el fin del mundo, para poder volver a empezar una nueva vida.
Tal vez estemos en nuestro planeta en un momento de caos, tal vez tengamos la sensación de que nuestro mundo se esté rompiendo día tras día, tal vez el desorden actual, el incremento de las desigualdades nos hagan estar temerosos ante lo que se nos viene encima, tal vez… Sin embargo, tal como se puede deducir del espectáculo, tras el caos siempre habrá alguna lucecita con la que iniciar otra etapa vital.

(P.D.: Hay vida después de Rajoy y Trump, jajaja)


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