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lunes, 11 de enero de 2016

Impresiones de un turista-sociólogo en la ciudad de Fes (Marruecos)

 
 
No había estado nunca en este país, mi conocimiento se basaba en lo leído o grabado por otros. Hace unos días decidí que ya era hora de visitarlo. Como no podía ser de otra manera mis primeras impresiones han sido una mezcla de muchísimas cosas: belleza, riqueza, colorido, arte, mil matices culturales, pobreza, miseria, estancamiento, desarrollo,…; es decir, muchas impresiones para tan poco tiempo, que espero ir asimilando a lo largo de los próximos días y meses.
 
He visto un país en proceso de cambio, desde el mismo momento en que lo veía desde el cielo podía observar miles de hectáreas cultivadas, infraestructuras viales importantes, y desde el aeropuerto hacia la ciudad, se puede ir viendo el cambio en viviendas populares, en zonas residenciales ricas, en el parque automovilístico, los centros comerciales europeos o los símbolos del capitalismo desarrollado. El capitalismo ha puesto ya sus bases, que parece que están bien cimentadas, esto es imparable.
En la ciudad podemos ver la convivencia entre los que no tienen nada o casi nada, que son muy visibles en la medina, en los zocos y en los barrios, con los que tienen un status económico elevado, sobre todo si los comparamos con los primeros. Una ciudad en la que convive una cultura milenaria medieval con otra cultura postmoderna de la información y de la comunicación. Una sociedad vieja con muchas personas mayores viviendo si no en la miseria, si en sus fronteras, con una juventud que se está formando, educando para unos nuevos tiempos más prósperos; viejos tristes, jóvenes alegres. No creo que estos jóvenes (ya integrados en el consumismo) acepten una vida de sumisión y aceptación del destino.
Comentan que el país está dando pasos hacía una mayor democracia, participación de la mujer en la política, la educación es obligatoria hasta los dieciséis años, se están construyendo centros sanitarios, la religión sigue siendo muy importante en la vida de la mayoría de la población, pero no se percibe el fanatismo. Si a esto le añadimos las inversiones en infraestructuras y vivienda podemos vislumbrar un futuro muy halagüeño para este país.
Me ha llamado mucho la atención la multitud de controles policiales en las entradas a la ciudad, en las carreteras, en el aeropuerto (en un espacio de no más de veinte metros te piden unas cinco veces el pasaporte), no sé si estará justificado o es una manera de tener controlada a la población.
Queda muchísima pobreza que extirpar, así como reducir esa gran desigualdad entre unos y otros, o seguir avanzando en la democracia, pero tengo la impresión de que a estos jóvenes no hay quien les pare en su destino a una sociedad más libre y de bienestar.
 
 
 

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