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miércoles, 12 de febrero de 2014

Los jóvenes españoles y la acción política: Juan González-Anleo Sánchez


En estos momentos donde se está fraguando una nueva sociedad (desde mi punto de vista, por supuesto), cuando la política (o mejor dicho, los políticos) está siendo tan cuestionada, y en el punto de mira está el futuro de la democracia, es necesario que conozcamos con más profundidad las actitudes y los comportamientos de los jóvenes, en particular de los jóvenes españoles. Para ello es muy recomendable el artículo del joven sociólogo español Juan González-Anleo: “La pérdida de las raíces sociales de la acción política juvenil”, publicado en el año 2011 y que se puede acceder a él en la siguiente dirección electrónica:
Aborda diferentes aspectos tales como: el desinterés por la política, el distanciamiento de las prácticas formales e informales de la acción política, las actitudes hacia los grupos y los movimientos sociales, la participación social y la rebeldía.
Destaco algunas de sus conclusiones:
1.       La desafección política de los jóvenes puede explicarse, al menos en parte, poca duda cabe, como una reacción al distanciamiento y menosprecio político del que, como hemos visto, son perfectamente conscientes.
2.       Un joven, en definitiva, alejado hasta límites inconcebibles del interés básico exigido por la integración política del ciudadano.
3.       Un joven al margen prácticamente de cualquier tipo de inquietud ante lo que sucede más allá de su ámbito íntimo, un joven a-social y a-político, carente de la que, en opinión de Hannah Arendt, constituye la primera de todas las virtudes políticas, la valentía para arrojarse al mundo y para enfrentarse a él.
Cuando leo estos análisis sociológicos, que me aproximan más certeramente a la realidad de mi país, me asaltan muchas preocupaciones sobre el futuro que nos acecha, esperemos que las minorías de jóvenes ganen la batalla.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Zygmunt Bauman: desigualdades sociales, felicidad e infelicidad, riqueza y pobreza.


El pasado día 4 de febrero asistí a una conferencia del profesor Bauman en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid. Conferencia que era una excusa para presentar en España su último libro: ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?  (Paidós, 2014). En ella habló, entre muchas otras cosas, de las desigualdades sociales; de que un 1% de la población controla el 83% de los recursos; de desigualdades extremas; de como el concepto de felicidad ha cambiado en el tiempo, de una felicidad que antes se asociaba al esfuerzo colectivo, a una felicidad actual que se asocia con el consumo y la competitividad; de que el amor está colonizado por el consumismo; de que el concepto vebleniano del instinto de trabajo, el trabajo bien hecho, va desapareciendo; del cambio del esfuerzo colectivo a una enorme competitividad; de la felicidad a través de las compras; de la necesidad de que la libertad vaya unida a la seguridad;  de la desaparición de la negociación colectiva en el mundo del trabajo; de la insolidaridad entre los trabajadores debido principalmente a que se consideran enemigos potenciales por la competitividad; de la fluidez del poder, entendiéndolo como la capacidad de que se hagan cosas,  y de la política, como la capacidad de decir qué cosas hay que hacer; de la incapacidad de resolver los problemas actuales, solventado solo lo temporal; de los seres humanos humillados, impotentes, indefensos, despreciados, que carecen cada día más de autoestima, de que se les culpabiliza de su progreso, de su destino; del cada vez más uso de las redes sociales ante el temor de quedarse solos ante la vida, de sentirse abandonados a su suerte, de quedarse fuera de la sociedad, de andar continuamente sobre terrenos inciertos; del paso de la interdependencia de los trabajadores y los empresarios a la facilidad actual de romper esa relación, posibilitada principalmente por la globalización y la deslocalización de las empresas.
Este fue parte de su diagnóstico de la sociedad, que probablemente podamos compartir una gran mayoría de la población; a mí me faltó el tratamiento necesario para abordar esa(s) enfermedad(es) social(es). El planteó que en su juventud los individuos sabían qué había que hacer y quién debía hacerlo, eran momentos de solidez, ahora parece que no está tan claro, todo es muy líquido.
 
Bauman: un viejo sociólogo con la fuerza y el vigor de un joven.