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lunes, 29 de julio de 2013

Las relaciones sexuales: la revolución pendiente.

En el insomnio de esta noche me ha venido a la memoria una entrada de ayer en Facebook de una amiga virtual chilena (María Paulina) en la que nos comentaba las sandeces y brutalidades neonazis de la ministra chilena y aspirante a presidenta Matthei, que dice que las personas que padecen el síndrome down no son humanas. Ello me ha hecho recordar cuándo en los años noventa visitamos al fiscal de la audiencia provincial con el fin de solicitarle permiso para poder realizar una ligadura de trompas para un chica down que se encontraba en una institución social pública y mantenía relaciones sexuales consentidas por ella y sus padres, y estos no querían que se quedara embarazada, pero sí que tuviera ese tipo de relaciones. En España estábamos dando pasitos para ampliar la libertad en las relaciones sexuales, aunque seguíamos siendo controlados y reprimidos por muchas instituciones sociales, políticas, jurídicas, policiales…, pero sobre todo por las asociaciones conservadoras próximas a la Iglesia católica tratando de imponernos su moral. De aquellos años a la actualidad se han cambiado muchos hábitos y comportamientos sexuales, se ha avanzado en la tolerancia y en el respeto a los “diferentes”, aunque pienso que ello ha sido muy superficial, pues cuando realizamos un análisis en profundidad vemos que no ha sido tanto y que todo está en una cuerda floja que se puede romper en cualquier momento. Se sigue confundiendo sexo y amor, prohibiendo o cuestionando las relaciones fuera de la pareja, aumentando la prostitución (sobre todo la femenina), considerando las relaciones sexuales como algo sucio, estigmatizando las relaciones homosexuales, reprimiendo la educación sexual en los niños y en los jóvenes, en fin avanzamos, pero muy poquito a poquito y con miedos e incertidumbres de una vuelta atrás.
Cuando soñábamos con la revolución sexual, lo hacíamos pensando en un mundo más libre, donde las relaciones sexuales fueran abiertas, consentidas, placenteras…, las veíamos como una puerta, una antesala, a la revolución social y política, si no había revolución sexual no era posible la libertad del ser humano. Esta reflexión me la sigo haciendo aún, si no somos capaces de ser libres sexualmente como vamos a serlo en otros comportamientos, en fin los sueños de Morfeo me hacen pensar en estas cosas, seguramente no serán tan importantes y solo sea un problema (sexual) mío.
Por cierto, un libro que en aquellos años de juventud y sueños liberadores me entusiasmo fue Justine del Marqués de Sade, por supuesto proscrito, obsceno y pervertido (je, je, je).

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